Puesto que los ángeles son "poderosos en fortaleza" (Salmo 103:20), el fuerte clamor de este ángel anunciando el juicio de Babilonia no es prospectivo sino retrospectivo. Desde el punto de vista del ángel, el poderoso e inicuo sistema ya está destruido (18:2). La repetición es como el solemne canto fúnebre de los condenados: "¡Ha caído! ¡Ha caído!"
• Un estado degenerado se ha convertido en bestia.
• Una iglesia apóstata se ha convertido en ramera.
• Un cristianismo apóstata, incapaz de cambiar, debe ser destruido.
En el capítulo 17, un sistema religioso corrupto es despojado de sus posesiones y riquezas, las cuales a su vez son transferidas a los tesoros de los gobernantes del imperio. Pero las autoridades civiles apóstatas que hayan triunfado sobre la gran ramera enfrentarán días más terribles que los que impusieron sobre la mujer del capítulo 17, ya que tendrán que rendirse ellos mismos y sus reinos ante la voluntad bestial y brutal del anticristo.
El vocabulario usado en esta sección inicial nos presenta la razón por la cual Babilonia es destruida. Las relaciones ilícitas sostenidas con naciones y reyes bajo la dirección de la religión del capítulo 17 se convierten en relaciones ilícitas en el ámbito del comercio en el capítulo 18. Casi no podemos creer que se pueda concebir a una ciudad que se ha convertido en habitación de demonios y cuyo hogar definitivo sea el abismo del mundo infernal. Babilonia es también centro de inigualable maldad y degradación y capital del demonismo. Por "espíritus inmundos" y "aves inmundas y aborrecibles", podemos entender los diversos agentes de Satanás de una naturaleza altamente perniciosa que cooperarán para hacer que Babilonia se hunda en un fango de iniquidad y abominación ante los ojos del Dios santo.
También se incluye en esta grave acusación contra Babilonia el juicio sobre aquellas naciones (extendidas por una zona geográfica considerable) que caerán como presa fácil bajo los encantos y la seducción de una metrópoli atea. "Los reyes de la tierra" no deben confundirse con los representantes personales de los diez reinos. Ofreciendo un bocado tentador a todos aquellos que quieran asociarse con Babilonia con el objetivo de adquirir ganancias meramente mundanas, los mercaderes de la tierra trafican con sus riquezas. Su abundancia le había sido arrebatada a la gran ramera por la fuerza civil apóstata que la codiciaba. Pero tal desarrollo de intereses personales será de corta duración, porque estos mismos comerciantes llorarán y se lamentarán por la pérdida de sus fuentes de riqueza.
De todas las plagas que consumirán la tierra, las que caerán sobre Babilonia serán las peores debido a que, en toda su intensidad, invadirán la ciudad "en un día" (18:4-8). Las plagas de Egipto vinieron por etapas, pero aquí la muerte, el llanto, el hambre y el fuego reciben autorización de parte del fuerte Juez para llegar juntas y repentinamente (16:19-21).
La voz celestial que llama al pueblo de Dios para que salga de la ciudad es diferente de aquella voz angelical de 18:1. Posiblemente es Dios mismo quien invita a su pueblo a dejar los pecados y las plagas de Babilonia (Jeremías 50:4-9; 51:5-8, 45). Semejante llamado a la separación es válido en todo momento y lugar donde existe la presencia del espíritu y los principios babilónicos (2 Corintios 6:17). "No seáis partícipes de sus pecados" significa: "No tengáis comunión con Babilonia, y no recibiréis sus plagas." Así le ocurrió a la mujer de Lot que se detuvo cerca de la ciudad contaminada y condenada y pereció por detenerse y volverse a mirar. Este solemne llamado también sugiere que Dios tiene su propio pueblo, aun en una ciudad apóstata, pero que la única seguridad que puede haber para ellos sólo la pueden obtener separándose del mundo.
Por "sus pecados" debemos entender la evidente y terrible corrupción del estado moral de Babilonia, un estado que requiere el severo juicio de Dios: "Porque sus pecados han llegado hasta el cielo." La primera confederación de Babel fue atea: la torre de piedras se proponía alcanzar el cielo (Génesis 11:4). Pero aquí es una torre de pecados la que ha llegado al cielo. ¡Qué monumento de vergüenza! Aquí tenemos una torre de Babel, no de piedras sino de pecados. Tan horrendos e impíos que provocan el juicio severo y total del cielo.
Los ejecutores de la ira de Dios recibieron órdenes de darle a Babilonia la medida completa de juicio que se merece: "Pagadle doble según sus obras." La copa de destrucción debe llenarse al "doble". La copa de lujuria y prominencia debe ceder el paso a la de tormento y humillación. La muerte debía tomar el lugar de la vida; el lamento debía destronar a la exaltación; el hambre sustituiría la abundancia de deliciosas comidas; el fuego debía consumir todas las ostentosas obras de Babilonia. "El doble" significa una porción completa, una doble recompensa de acuerdo con la ley levítica. La venganza aquí va mucho más allá del antiguo "ojo por ojo". En la justicia retributiva de Dios, la medida es duplicada. Sin embargo, estos terriblesjuicios no serán una mera venganza rencorosa. Como todos los juicios divinos, este será justo y bien merecido.
Aquí se nos presenta una descripción peculiar de la confiada jactancia de seguridad de Babilonia en las palabras "Ella se ha glorificado y vivido en deleites." La presunción es otro crimen más que se le achaca a Babilonia. La ciudad no es juzgada únicamente por su conducta sino también por su carácter. El orgullo interno se indica por el pretencioso estado de reina. Pero cualesquiera que sean las esperanzas que tenga de recuperar su antigua grandeza, la destrucción de Babilonia ya está sellada: "Será quemada con fuego." Su juez será el Dios Todopoderoso. Su destrucción es segura debido a la justicia y el poder de Dios.
Uno no puede leer Apocalipsis 18:9-19 sin reconocer la concentración de lujos y riquezas en la gran ciudad de Babilonia. La riqueza de las naciones aumenta y por doquiera se siente la gran influencia de dicha capital. Los potentados, los regentes del comercio y todos los que transitan el mar en embarcaciones mercantes participan de la prosperidad económica de Babilonia, pero también, como ella, serán tomados por sorpresa en el holocausto de destrucción. Se pueden ver separadamente tres clases de personas a las que afecta la ruina de Babilonia.
Los reyes sobresalen en los lamentos, ya que ellos eran los que se estaban beneficiando de la influencia económica mundial de Babilonia (18:9, 10). Y esta expresión "reyes de la tierra" se entiende como la designación de jefes y gobernantes en general; no sólo los diez reyes confederados a los cuales se refiere el capítulo 17 como asociados con la bestia. Todos los gobernantes asociados con la lujuria y el libertinaje de la Babilonia material hasta la hora de su derrocamiento se lamentarán y llorarán al presenciar su incendio. Bajo el impacto del gran terremoto (16:17-21) estos reyes corruptos huirán de la arruinada ciudad en un estado de frenesí, clamando: "¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!" (18:10). Asi es como los juicios de Dios provocan temor aun en los más impíos.
Debido a que el comercio juega un papel de gran importancia en la grandeza de la ciudad, los comerciantes aparecen también entre los que más se lamentan (18:11-16). La gran variedad de mercancías mencionadas especialmente en los versículos 12-14 demuestran que Babilonia llega a ser una gran metrópoli comercial en un período como de tres años después de que la ramera ha sido destruida. En los días del anticristo, el mercado será controlado desde este centro comercial de las naciones. En esta encrucijada del mundo estará centralizado todo el negocio mundial. El lenguaje de este pasaje sugiere un lujo extremo. Todo lo que una persona pudiera desear existe en este emporio universal. Joyas carísimas, muebles muy costosos, perfumes exóticos, suculentos banquetes, centros comerciales llenos de gente, ropa muy fina. . . todo se encuentra allí. Compra y venta, pasiones desbordadas, placeres, centros de deleite musical que reproducirán los días de Noé y Lot.
En total se especifican unos 29 artículos comerciales, indicando que una gran parte del mercado mundial será afectada seriamente por la ruina de Babilonia. Todos los artículos vendidos en este almacén mundial podrían agruparse en siete categorías:
1. Valores y adornos
2. Indumentaria costosa
3. Muebles suntuosos
4. Olores fragantes
5. Vida abundante
6. Espectáculos triunfantes
7. Infame tráfico humano
Oro, plata, piedras preciosas y perlas.
Lino fino, púrpura, seda y escarlata. Es interesante notar el contraste que hay entre el lino fino mencionado aquí y el de la novia según (19:8).
Muebles fabricados con madera olorosa, marfil, metales, etc. Es probable que la madera olorosa mencionada aquí sea el gálbano aromático, árbol de Cirene cuya resina es uno de los ingredientes del incienso.
Canela, especias aromáticas, incienso, mirra y ungüentos. Aquí se ve que los ingredientes del sagrado aceite de la unción son profanados por usos viles. Vino, aceite, harina, trigo, animales, ovejas, etc.
Caballos y carros. Abundarán los vehículos más veloces en la tierra y en el aire.
Esclavos ("cuerpos") y almas de hombres.
A los traficantes de esclavos se les llama a veces "comerciantes de cuerpos", y Babilonia va a tener su propio mercado de esclavos. Las mujeres venderán su cuerpo y los hombres venderán su alma para la satisfacción de su concupiscencia. Indudablemente serán esclavos voluntarios, atraídos por el esplendor y la influencia seductora de la ciudad de Babilonia. Sin embargo, en el término de una hora todas esas grandes riquezas serán destruidas. Con razón, los millonarios de la tierra, cuyo poder comercial venía del oro, la plata, las piedras preciosas, los animales, los esclavos y las almas, llorarán y se lamentarán por la destrucción de todas las fuentes de sus riquezas. Toda la mercadería quedará completamente arruinada. Todo aquello que alimentaba el orgullo y la prosperidad perecerá al movimiento repentino e inesperado de la mano divina.
Como centro mundial de finanzas y comercio, Babilonia estará involucrada en un intenso movimiento mercantil en los mares. Naves repletas de toda suerte de mercaderías entrarán y saldrán de sus puertos. Los patéticos lamentos de los pilotos y marineros nacen del hecho de que la desolación de Babilonia significa el fin del tráfico marino y por ende, el final de su único modo de ganarse la vida (18:17-19). ¡Con razón, todos aquellos que se han enriquecido por medio de las naves en el mar lloran, se lamentan y echan polvo sobre sus cabezas! Su testimonio es el siguiente: "¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?" Para todos los navegantes, nada se podía comparar con Babilonia. Ella era el emblema del prestigio y el poder mundanos. Su influencia universal había sido ganada a través de la política, la diplomacia y los medios deshonestos. Su dominio se había extendido amplia y extensamente por medio de la espada y el dinero. Pero toda esa grandeza inicua es barrida y destruida repentinamente por Aquél que es capaz de lanzar a los poderosos de sus tronos de poder.
Al considerar conjuntamente las lamentaciones de los monarcas, los mercaderes, los marineros y los músicos (18:22), nos damos cuenta del terror que caracteriza al juicio de Babilonia.
El doble ay de los monarcas termina con la expresión: "En una hora vino tu juicio" (18:10). Aquí nos damos cuenta de lo repentino de la acción divina. El golpe de venganza de la mano del Señor será rápido e inesperado.
El doble ay de los mercaderes da su punto de vista sobre la ruina de Babilonia: "En una hora han sido consumidas tantas riquezas" (18:17). Indica el desvanecimiento total de toda prosperidad material orgullosa.
El doble ay de los navegantes nos describe otra fase de la angustia experimentada a causa de la caída de la ciudad: "En una hora ha sido desolada" (18:19). Se encontraba repleta de grandes riquezas en un momento, pero en pocos instantes fue dejada totalmente despojada de todas sus posesiones.
En la absoluta ruina que le sobreviene a la Babilonia literal (18:21-24), la violencia destructora ejecutada por el ángel poderoso es descrita en las siguientes palabras: "Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada." Esta es una frase que aparece seis veces en el Apocalipsis. La desaparición de la ciudad es el cumplimiento de todas las declaraciones profélicas que se refieren a su destrucción. Dos capítulos, Jeremías 51 y Apocalipsis 18, deben ser estudiados y comparados cuidadosamente. El fuego y el terremoto serán los medios por los cuales será destruida la ciudad desde su centro hasta las orillas, y esto ocurrirá sin previo aviso. (Compare Isaías 13:19 con Apocalipsis 18:8, 9, 18).
Debido a una visitación directa de Dios, Babilonia será destruida completamente. Los mejores cantantes y músicos del mundo quedarán silenciosos, pues no se oirá nada más que gritos de angustia y dolor. Los artistas que prostituyeron el arte para perfeccionar la adoración sensual del cristianismo apóstala no podrán reparar el mal. Ni siquiera la luz de una lámpara podrá encontrarse.
En esta notable sección del Apocalipsis nos encontramos con un excelente ejemplo de la interpretación de las Escrituras por medio de las mismas Escrituras. Leemos acerca de un poderoso ángel que toma una piedra, como una gran piedra de molino y la arroja en el mar clamando:
Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada (18:21).
Volviendo a Jeremías, vemos que Dios le da instrucciones al profeta para que ate al libro una piedra y lo eche a la mitad del río Eufrates, y luego dice:
Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella (Jeremías 51:64).
Al estudiar la profecía de Daniel referente al último imperio mundial, observamos al profeta prediciendo el momento en que es cortada una piedra, sin la intervención de la mano del hombre. Esta destruye completamente la imagen que representa la gran era de los gentiles (Daniel 2:44, 45). El mar es un símbolo de la intranquilidad y la turbulencia de las naciones gentiles y sabemos que la "gran ciudad, Babilonia" es la expresión final de la dominación de la monarquía gentil. Por esto no es difícil ver en Cristo la Piedra que sale de la montaña de Dios para realizar la destrucción de la civilización pagana.
Comparando un pasaje bíblico con otro, podemos hacer un resumen de las diversas causas de la ruina absoluta de Babilonia:
1. Por el orgullo de su corazón y por su posición (Isaías 13:19; 14:4;
Jeremías 50:29-34; Apocalipsis 18:7, 8).
2. Por la opresión y supresión de Israel (Isaías 14:2-22; Jeremías 51:24, 25).
3. Por su lujuria y sus deseos mundanos (Isaías 47:8-11; Apocalipsis 14:8; 18:3, 9).
4. Por sus hechicerías y su demonismo (Isaías 47:12, 13; Apocalipsis 18:2, 23).
5. Por la idolatría (Jeremías 50:2; 51:47; Apocalipsis 18:6-24).
6. Por la persecución de los santos (Apocalipsis 18:6-24).