Hacer la Voluntad de Dios Aumenta la Fe
Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Salmo 143:10
Meditemos hoy en Moisés, el gran líder de Israel. Cuando vivía en
Egipto, carecía de fe. Incluso mató a un egipcio por su falta de fe,
pues creía que con sus obras podía terminar con la esclavitud hebrea.
Dios lo envió a la escuela del desierto para que su fe se acrecentara, y
prepararlo así para una misión sagrada. Cuando regresó a Egipto, tenía
algo de fe, pero era temeroso. Sin embargo, cuando Dios envió una plaga
sobre Egipto, la fe de Moisés creció hasta las alturas.
De joven, el patriarca tartamudeaba; quizá los cuarenta años en el desierto hicieron que no fuera diestro en la lengua egipcia. No obstante, cada vez que obedecía la orden divina de regresar al faraón con un nuevo mensaje, su fe se fortalecía. Cada plaga era un testimonio fehaciente de que, cuando le obedecemos por fe, Dios obra milagros.
Llegó el momento en que Moisés se enfrentaba al obstáculo más formidable de su vida. Fue frente al Mar Rojo, flanqueado por montañas y con el ejército egipcio a sus espaldas, cuando Dios le dijo: “Di a los hijos de Israel que marchen” (Éxo. 14:15). Su fe y su obediencia lo impulsaron a declarar: “No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros” (vers. 13).
Dios había probado la fe de Moisés por medio de experiencias decepcionantes; pero, cada vez que hacía la voluntad del Señor, su fe crecía.
Querida amiga o amigo, quizás enfrentas pruebas monumentales; tal vez tu hogar pareciera derrumbarse, o podría ser que tus hijos no anden en el buen camino, o que estés enferma. Confía en Dios y obedécele como lo hizo Moisés. Al final del camino, verás que Dios siempre ha estado a tu lado, como dice la última estrofa de la poesía “Huellas en la arena”:
“Señor ¿por qué, cuando más te necesité, me dejaste sola”, pregunté.
“El Señor me respondió: ‘Hija mía, te amo, nunca te dejé en tu dolor. Si ves solo un par de huellas al caminar y no el otro que se debería reflejar, es que en tu hora de aflicción, cuando flaquean tus pasos, no hay huellas de tus pisadas porque te llevo en mis brazos’”.
Por fe deja que Jesús te lleve hoy en sus brazos.
Cristo te ama y yo tambien, alabaaaaaaaaaaaaa y gozateeeeeeeeeee.
De joven, el patriarca tartamudeaba; quizá los cuarenta años en el desierto hicieron que no fuera diestro en la lengua egipcia. No obstante, cada vez que obedecía la orden divina de regresar al faraón con un nuevo mensaje, su fe se fortalecía. Cada plaga era un testimonio fehaciente de que, cuando le obedecemos por fe, Dios obra milagros.
Llegó el momento en que Moisés se enfrentaba al obstáculo más formidable de su vida. Fue frente al Mar Rojo, flanqueado por montañas y con el ejército egipcio a sus espaldas, cuando Dios le dijo: “Di a los hijos de Israel que marchen” (Éxo. 14:15). Su fe y su obediencia lo impulsaron a declarar: “No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros” (vers. 13).
Dios había probado la fe de Moisés por medio de experiencias decepcionantes; pero, cada vez que hacía la voluntad del Señor, su fe crecía.
Querida amiga o amigo, quizás enfrentas pruebas monumentales; tal vez tu hogar pareciera derrumbarse, o podría ser que tus hijos no anden en el buen camino, o que estés enferma. Confía en Dios y obedécele como lo hizo Moisés. Al final del camino, verás que Dios siempre ha estado a tu lado, como dice la última estrofa de la poesía “Huellas en la arena”:
“Señor ¿por qué, cuando más te necesité, me dejaste sola”, pregunté.
“El Señor me respondió: ‘Hija mía, te amo, nunca te dejé en tu dolor. Si ves solo un par de huellas al caminar y no el otro que se debería reflejar, es que en tu hora de aflicción, cuando flaquean tus pasos, no hay huellas de tus pisadas porque te llevo en mis brazos’”.
Por fe deja que Jesús te lleve hoy en sus brazos.
Cristo te ama y yo tambien, alabaaaaaaaaaaaaa y gozateeeeeeeeeee.