Hay algo muy expresivo en relación con la ejecución de estas siete plagas. Las copas en su totalidad implican acción violenta. Con un leve ataque destruyen el reino de la bestia, la cual se había investido a sí misma con el poder mundial. La destrucción repentina les sobrevendrá a la bestia y a sus adoradores y no escaparán.
Los juicios de las trompetas estarán limitados más o menos al mundo romano, pero los juicios de las copas cubrirán toda la tierra y constituirán la guerra total de Dios sobre el mundo. Las trompetas son la respuesta de Dios a Satanás, cuyo imperio será aplastado. Durante las trompetas, el poder de Satanás es desatado para alcanzar nuevos objetivos. Durante las copas, en cambio, es Dios quien desata su poder para concluir con su cruel operación. A los ángeles se les otorga el control directo sobre todas las fuerzas de la naturaleza y ellos a su vez ejecutan el juicio que está escrito.
En la primera copa o tazón de ira vemos una plaga muy parecida a la sexta plaga egipcia (Éxodo 9:8-12), la cual fue la primera plaga en afligir los cuerpos de los egipcios. David Brown recalca: "La razón por la cual la sexta plaga egipcia viene a ser la primera aquí es porque fue dirigida contra los magos egipcios Janes y Jambres para que no pudieran competir contra Moisés; de la misma manera esta plaga es enviada sobre aquellos que en la adoración de la bestia habían practicado hechicería. Puesto que se sometieron a la marca de la bestia, ahora también deberían llevar la marca de la venganza de Dios."
En conexión con esto, nos preguntamos si acaso la "úlcera maligna y pestilente" no afectará el lugar exacto del cuerpo donde los hombres llevaban la marca de la bestia, es decir, la frente y la palma de la mano. "Los sufrimientos físicos indudablemente se sumarán a la angustia sufrida por los hombres, pero la característica principal y predominante será lo judicial, lo que tendrá que ver con el alma y la conciencia, un sufrimiento que excede en gran manera a cualquier aflicción física." ¡Pero seguramente no podrán huir de las úlceras reales: heridas malignas, pestilentes y supurantes!
La palabra traducida "úlcera" significa una fea llaga que supura en una forma terriblemente maloliente. En Éxodo 9:8, Moisés y Aarón esparcieron las cenizas de un horno hacia el cielo a la vista de Faraón, y descendieron sobre hombres y animales en forma de horribles llagas. Tanto aquellas plagas como éstas deben ser interpretadas literalmente, como se prueba por el hecho de que las terribles heridas de la primera copa todavía atormentaban a los hombres durante la quinta copa, la de la oscuridad, donde leemos "dolores y úlceras" (16:11). Estas llagas no curadas implican desesperación y espanto. Estas heridas son incurables (Deuteronomio 28:27, 35) y deberán ser sufridas como un anticipo de las angustias del infierno.5.
La segunda copa — Sobre el mar (16:3)
Una característica sobresaliente de las copas es que no sólo se parecen a las plagas de Egipto, sino también a las plagas de las trompetas. Con las copas, sin embargo, no existe la limitación de juicio, como con las trompetas. En esta segunda copa de ira se nos da el cuadro de un hombre asesinado en medio del charco formado por su propia sangre. El mar y todo lo que está en él se convirtió en sangre, "como de muerto". Bajo la tercera trompeta, sólo la tercera parte del mar se convirtió en sangre (8:8), mientras que aquí la destrucción no es parcial sino completa. Cuando los juicios se hayan terminado, solamente quedarán unos pocos humanos vivos para entrar en el milenio.
Debido a que el mar cubre la mayor parte de la tierra, esta será una plaga que extenderá su poder mortífero universalmente. La bestia hizo derramar sangre en abundancia, lo cual es la marca distintiva de la muerte. Pero esa sangre de mártires es ahora vengada. La bestia está empezando a cosechar todo lo que ha sembrado.
¡Sangre por sangre! Faltan palabras para describir lo terrible que será que millones de animales del mar mueran y cubran la superficie de los océanos. La hediondez será desesperante. ¡Con todos los animales del mar muertos, qué putrefacción y enfermedades podrá contener semejante mar empapado en sangre!6.
La tercera copa—Sobre los ríos (16:4-7)
El tercer ángel, que preside las aguas, derrama su copa sobre los ríos y las fuentes de agua. Es decir, las fuentes del mar. Todas las fuentes del progreso y del bienestar nacional caen en crisis, ya que el comercio y la vida en general dependen en gran manera de ríos, canales y corrientes. Rechazamos la aplicación totalmente simbólica de "ríos" como si se refiriera a la vida ordinaria de una nación caracterizada por principios de gobierno conocidos y aceptados, y "fuentes de agua" como las fuentes de prosperidad y bienestar convertidas en sangre (moralmente contaminadas). Sostenemos que el ángel guardián que controla las aguas las contamina instantáneamente.
Dos ángeles se combinan en esta declaración de los juicios rectos, recíprocos y retributivos de Dios. Primero, el ángel de las aguas (16:4) usa el lenguaje peculiar que describe la eternidad de Dios: "El que eres y que eras." Como Dios es justo, nunca descuida en el menor grado la medida correcta de la más estricta justicia. Los apóstatas han derramado la sangre de los santos y de los profetas, pero ahora opera la justicia retributiva al hacer que los asesinos del pueblo de Dios beban agua hecha sangre. Una condenación terrible es la que se merecen. Son dignos de una muerte terrible, la cual les viene ahora como un anticipo de lo que será la muerte segunda en el lago de fuego.
El segundo ángel es descrito como el ángel que sale del altar (16:7). Más propiamente, es el mismo altar el que habla; "que sale" es una frase omitida en los mejores manuscritos. Podríamos traducir esta oración: "También oí al altar (personificado) que decía." Sobre este altar se han ofrecido las oraciones de los santos, presentadas a Dios, y debajo de él están las almas de los mártires clamando venganza sobre sus enemigos y los enemigos de Dios. De esta manera el ángel y el altar, que representan la totalidad del cielo, están de acuerdo en que los juicios de Dios son justos y verdaderos. Todos los que se encuentran dentro del templo celestial están de parte de Dios mientras El actúa como el gran Vengador por los suyos. Los lamentos desde los altares desde el tiempo de Abel en adelante son vindicados ahora para siempre jamás (Mateo 23:35).7.
La cuarta copa — Sobre el sol (16:8, 9)
Bajo la cuarta trompeta se obscurece la tercera parte del sol (8:12), pero aquí el poder abrasador del sol es intensificado. Le fue dado poder al sol para quemar con gran calor. Esto va a ser cuando Dios libere su bomba H. No interpretamos al sol simbólicamente en este pasaje (como la autoridad gobernante suprema, representada por el mundo romano revivido), sino como el mismo sol natural, de cuyo calor nada escapa (Salmo 19:1-6). Puesto que Dios tiene control sobre todas sus obras creadas, Él intensifica el calor del sol y por ese medio causa una terrible mortandad. El profeta Joel, al describir el día grande y terrible del Señor, declaró: El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor (Joel 2:10).
Bajo la primera trompeta, los árboles y la hierba verde fueron quemados, pero ahora Dios aplica su castigo abrasador a los cuerpos de los hombres. ¿Podemos imaginar la terrible angustia que experimentarán las multitudes mientras son quemadas por este gran calor? "Y los hombres se quemaron con el gran calor." Es decir, los que se mencionan en 16:2, de quienes se dice que tenían la marca de la bestia. Así como ocurrió con las plagas de Egipto, también en estos juicios el pueblo de Dios será inmune. En la misma forma en que los tres jóvenes hebreos fueron preservados mientras permanecieron en el horno ardiente, así el remanente fiel será guardado por Dios (Apocalipsis 7:16; Daniel 3:27).
Así como el corazón de Faraón fue endurecido a pesar de la demostración del poder absoluto de Dios sobre su creación, de igual manera aquí el sufrimiento físico extremo no es capaz de producir ningún cambio en los corazones: "Y no se arrepintieron para darle gloria." En lugar de estar amedrentados por los juicios de Dios y clamar a El por su misericordia, estos hombres solamente blasfemarán del nombre de Dios. El castigo merecido entorpece los labios y endurece el corazón; el fuego del juicio no puede purificar. Puesto que es la bondad de Dios la que conduce al arrepentimiento (Romanos 2:4), los hombres que no sean ganados por la gracia, jamás podrán serlo.
Solamente podemos especular sobre lo que podría haber ocurrido si hubiera habido un verdadero arrepentimiento de parte de estos hombres cuya carne ardía. Con la autoridad que Dios tiene sobre las plagas, ¿hubiera detenido la tormenta de su ira para bendecir una vez más a los arrepentidos con su gracia? La tragedia será la absoluta ausencia de humildad y dolor de parte del hombre con relación a su pecado. Este doble juicio de calor ardiente y falta de agua limpia para tomar no será suficiente para producir algún cambio de corazón. Como toda esta gente es totalmente réproba, Dios la abandona totalmente.8.
La quinta copa— Sobre el trono de la bestia (16:10, 11)
En esta quinta copa de la ira, el juicio se derrama sobre el trono de la bestia, el cual había sido establecido en una imitación arrogante del trono de Dios. El dragón le dio su trono a la bestia (13:2). La obra maestra de Satanás es herida ahora en el centro y base de su poder. La bestia como una persona real está condenada, por ser el instrumento de Satanás. Y es evidente que los súbditos de este falso reino y también su cuerpo ejecutivo sentirán el impacto de la venganza divina. William Neweil sugiere que el trono de la bestia es la Babilonia reconstruida sobre la ribera del río Eufrates, la antigua capital de Satanás en la tierra de Sinar, donde será puesta la maldad "sobre su base" al final de los tiempos (Zacarías 5:5-11).
Al fin el impío e insolente desafío "¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?" (13:4) es contestado para siempre. Usando a la bestia, Satanás construye un vasto imperio, pero Dios no será superado: Ahora hiere el reino de la bestia con oscuridad. Puesto que ellos aman las tinieblas más que la luz, unas tinieblas físicas tan negras como la plaga egipcia (Éxodo 10:21-23) caen ahora sobre los seguidores de la bestia. Esta terrible oscuridad sugiere que la negrura y las tinieblas han de permanecer para siempre.
Esta densa oscuridad hará que los hombres se muerdan la lengua en su angustia. Este juicio parece realizarse simultáneamente con los efectos de otras plagas anteriores. Los dolores y las úlceras de la primera copa quedan de manifiesto en forma más asombrosa por la oscuridad. William Ramsey nos recuerda que la expresión "mordían de dolor sus lenguas" es la única de su clase en toda la Biblia, e indica la más intensa y aguda agonía. Tal acción sugiere furia y enojo a causa de la frustración de sus esperanzas y el derrocamiento de su gobernante y de su reino. Inmediatamente quieren vengarse, pero no pueden realizarlo; de allí su furia. Se morderán los labios y la lengua debido a su sufrimiento mental y su agonía física.
Es interesante notar que la parte del cuerpo con la cual estos rebeldes pecaron es ahora el lugar donde están siendo atormentados con terrible angustia. Blasfemaron del nombre del Dios del cielo, el que controla la luz y las tinieblas. Terribles expresiones brotaron de sus labios contra Dios y contra su nombre. ¡Ahora estos blasfemos se muerden la lengua!
Ni siquiera la acumulación de plagas, en lugar de una mera sucesión, logra producir un cambio en el corazón de ellos, porque como dice la Escritura, ellos no se arrepintieron de sus hechos. Su voluntad permanece endurecida. No se derrama ninguna lágrima de arrepentimiento. Como han sido abandonados a sus malas acciones, golpes aún más fuertes deben descender de parte de Dios para quebrantar su soberbia voluntad.
Debe señalarse que esta copa de oscuridad no debe ser confundida con el oscurecimiento de los cuerpos celestes poco antes de la aparición de Cristo en 19:11-16. Lo que vemos en esta quinta copa es una de las señales que el Señor dio en su descripción del período de la Tribulación (Lucas 21:8-38). Para el remanente fiel sobre la tierra habrá abundancia de luz, de la misma manera en que Israel tuvo luz en sus moradas durante las plagas egipcias.