¡DESPERTEMOS! ¡CRISTO VIENE PRONTO!
La LUZ de Cristo está siendo opacada por el pésimo testimonio de muchos que dicen llamarse cristianos...
El hambre por cumplir al pie de la letra la voluntad de Dios se ha
trocado por el hambre de lo material y lo superfluo. De una vida
cristiana cómoda y amoldada a los criterios del mundo.
Para muchos “cristianos” y para muchos de sus líderes, la iglesia se ha convertido en un medio para crecer en status social, para obtener ganancias financieras o hacer de ella un centro de entretenimiento.
Solamente hay un pequeño remanente que se mantiene despierto cumpliendo con fidelidad el encargo encomendado por nuestro Señor Jesucristo.
Es triste, pero dentro de la Iglesia del Señor, la mayoría no está dando los frutos esperados. Los objetivos de la mayoría de sus miembros son otros. Objetivos totalmente desenfocados de lo que realmente Dios quiere.
A la obediencia radical de la Palabra de Dios ahora se le llama fanatismo. Nadie quiere comprometerse con su causa por temor a quedar mal con el mundo.
Se está perdiendo el propósito por el cual estamos en el mundo.
Dice nuestro Señor Jesucristo:
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Mateo 5:14-16
Para muchos “cristianos” y para muchos de sus líderes, la iglesia se ha convertido en un medio para crecer en status social, para obtener ganancias financieras o hacer de ella un centro de entretenimiento.
Solamente hay un pequeño remanente que se mantiene despierto cumpliendo con fidelidad el encargo encomendado por nuestro Señor Jesucristo.
Es triste, pero dentro de la Iglesia del Señor, la mayoría no está dando los frutos esperados. Los objetivos de la mayoría de sus miembros son otros. Objetivos totalmente desenfocados de lo que realmente Dios quiere.
A la obediencia radical de la Palabra de Dios ahora se le llama fanatismo. Nadie quiere comprometerse con su causa por temor a quedar mal con el mundo.
Se está perdiendo el propósito por el cual estamos en el mundo.
Dice nuestro Señor Jesucristo:
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Mateo 5:14-16