Santoooooooooo,
me siento feliz porque el joven que yo les dije ayer Amados y Amadas ha
tenido una mejoria y se que Dios lo va a levantar porque asi lo dije y
asi se esta viendo como Dios esta obrando, pero tenemos que seguir
orando por Jonathan para que Dios termine la obra que ha comenzado a
hacer. Mi alma alaba tu nombre Dios porque tu eres bueno y para siempre
es tu misericordia. Santo es el Señor, Alaba y Gozate en el Señor
siempre. Aleluyaaaaaaaaaaaaaaaa.
Meditacion del dia
¿Conoces al Cordero de Dios?
Isaías 53:4-7
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”
En una iglesia en Noruega, cerca de la parte más alta de la torre, hay grabada la figura de un cordero. Un turista preguntó a alguien qué significaba esa figura. Le contaron que cuando estaban construyendo la iglesia, muchos años antes, un obrero se cayó de un andamio muy alto. Sus compañeros bajaron corriendo, esperando encontrarlo muerto. Pero, para su sorpresa y alegría, estaba vivo y sólo ligeramente lastimado. El hombre sobrevivió a tan terrible caída porque en ese momento estaba pasando por debajo del andamio un rebaño de ovejas, y él cayó encima de un cordero. El cordero murió aplastado, pero amortiguó la caída del hombre, salvando así su vida. Para recordar ese milagroso acontecimiento, alguien grabó el cordero en la torre a la altura exacta desde donde cayó el hombre.
El pasaje de hoy nos habla de alguien, quien, al igual que el cordero de la historia, salvó la vida de otros, y esto le costó su propia vida. Nos dice que él fue “herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Y también dice que “angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Casi ochocientos años antes del nacimiento de Jesucristo, el profeta Isaías describió su sacrificio en la cruz del Calvario, con el fin de traer salvación y vida eterna a un mundo perdido en sus delitos y pecados.
La Biblia dice que todos somos pecadores (Romanos 3:23) y que “la paga del pecado es muerte.” (Romanos 6:23) Por lo tanto, la humanidad entera estaba condenada a la muerte eterna. Pero Dios, en su infinita misericordia, envió a su único Hijo con el fin de que él pagara con su vida por los pecados de la humanidad y de esta manera ofrecer vida eterna a todo aquel que creyera y aceptara ese magno sacrificio. Así dice Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
El nacimiento de Jesús fue un milagro de Dios, y parte inicial de Su plan de salvación. Nació en un humilde pesebre, de una mujer virgen, la cual concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. Creció “en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” (Lucas 2:52). Y cuando estuvo listo para comenzar su ministerio en la tierra, Juan el Bautista lo presentó a todo el mundo, conforme a las Escrituras, diciendo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29). Así continuó Jesús, “enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.” (Mateo 4:23) Hasta que llegó la hora señalada por el Padre, y se dirigió a la cruz a dar su vida por la humanidad.
Todo judío sabía que la única forma de acercarse a Dios y agradarle era a través de un sacrificio, y en la Pascua más especifícamente a través de la sangre de un cordero. Cristo, sin haber cometido pecado, padeció por nosotros, hasta el punto de dar su vida para que fuésemos salvos de la condenación eterna, y pudiéramos acercarnos a Dios para siempre. Pero no sólo hizo esto, sino que nos dejó ejemplo para que lo siguiéramos, de manera que lleguemos a ser conformes a su imagen, que es el propósito de Dios, según Romanos 8:29.
El primer paso que debes dar, si aun no lo has dado, es aceptar a Jesucristo como Salvador. Para ello, si has creído en el sacrificio del Cordero de Dios, sólo tienes que elevar una oración pidiendo que con su sangre derramada te limpie de todos tus pecados y venga a morar en tu corazón. Llégate al Señor, sin temor, así como eres, como dice la primera estrofa de un precioso himno de entrega:
Tal como soy, de pecador,
Sin más confianza que en tu amor,
Ya que me llamas, vengo a ti;
Cordero de Dios, heme aquí.
ORACION:
Dios de amor y de misericordia, gracias por tu Hijo, el Cordero Inmolado, quien vertió su sangre por mí. Yo quiero seguir su ejemplo haciendo en todo tu voluntad y honrarte con mi obediencia. En el nombre de Jesús, Amén.
Cristo te ama y yo tambien, Recibe Sanidad en el nombre de Jesus, Amen. Gozateeeeeeeeeeeee.
Meditacion del dia
¿Conoces al Cordero de Dios?
Isaías 53:4-7
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”
En una iglesia en Noruega, cerca de la parte más alta de la torre, hay grabada la figura de un cordero. Un turista preguntó a alguien qué significaba esa figura. Le contaron que cuando estaban construyendo la iglesia, muchos años antes, un obrero se cayó de un andamio muy alto. Sus compañeros bajaron corriendo, esperando encontrarlo muerto. Pero, para su sorpresa y alegría, estaba vivo y sólo ligeramente lastimado. El hombre sobrevivió a tan terrible caída porque en ese momento estaba pasando por debajo del andamio un rebaño de ovejas, y él cayó encima de un cordero. El cordero murió aplastado, pero amortiguó la caída del hombre, salvando así su vida. Para recordar ese milagroso acontecimiento, alguien grabó el cordero en la torre a la altura exacta desde donde cayó el hombre.
El pasaje de hoy nos habla de alguien, quien, al igual que el cordero de la historia, salvó la vida de otros, y esto le costó su propia vida. Nos dice que él fue “herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Y también dice que “angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Casi ochocientos años antes del nacimiento de Jesucristo, el profeta Isaías describió su sacrificio en la cruz del Calvario, con el fin de traer salvación y vida eterna a un mundo perdido en sus delitos y pecados.
La Biblia dice que todos somos pecadores (Romanos 3:23) y que “la paga del pecado es muerte.” (Romanos 6:23) Por lo tanto, la humanidad entera estaba condenada a la muerte eterna. Pero Dios, en su infinita misericordia, envió a su único Hijo con el fin de que él pagara con su vida por los pecados de la humanidad y de esta manera ofrecer vida eterna a todo aquel que creyera y aceptara ese magno sacrificio. Así dice Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
El nacimiento de Jesús fue un milagro de Dios, y parte inicial de Su plan de salvación. Nació en un humilde pesebre, de una mujer virgen, la cual concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. Creció “en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” (Lucas 2:52). Y cuando estuvo listo para comenzar su ministerio en la tierra, Juan el Bautista lo presentó a todo el mundo, conforme a las Escrituras, diciendo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29). Así continuó Jesús, “enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.” (Mateo 4:23) Hasta que llegó la hora señalada por el Padre, y se dirigió a la cruz a dar su vida por la humanidad.
Todo judío sabía que la única forma de acercarse a Dios y agradarle era a través de un sacrificio, y en la Pascua más especifícamente a través de la sangre de un cordero. Cristo, sin haber cometido pecado, padeció por nosotros, hasta el punto de dar su vida para que fuésemos salvos de la condenación eterna, y pudiéramos acercarnos a Dios para siempre. Pero no sólo hizo esto, sino que nos dejó ejemplo para que lo siguiéramos, de manera que lleguemos a ser conformes a su imagen, que es el propósito de Dios, según Romanos 8:29.
El primer paso que debes dar, si aun no lo has dado, es aceptar a Jesucristo como Salvador. Para ello, si has creído en el sacrificio del Cordero de Dios, sólo tienes que elevar una oración pidiendo que con su sangre derramada te limpie de todos tus pecados y venga a morar en tu corazón. Llégate al Señor, sin temor, así como eres, como dice la primera estrofa de un precioso himno de entrega:
Tal como soy, de pecador,
Sin más confianza que en tu amor,
Ya que me llamas, vengo a ti;
Cordero de Dios, heme aquí.
ORACION:
Dios de amor y de misericordia, gracias por tu Hijo, el Cordero Inmolado, quien vertió su sangre por mí. Yo quiero seguir su ejemplo haciendo en todo tu voluntad y honrarte con mi obediencia. En el nombre de Jesús, Amén.
Cristo te ama y yo tambien, Recibe Sanidad en el nombre de Jesus, Amen. Gozateeeeeeeeeeeee.