La persona generosa, da sin interés; en contraste con el tacaño, que no da nada; y vive sólo recibiendo. Mientras el generoso, da con gozo, el mezquino, se queja de lo que gasta. El Apóstol Pablo sigue en sus viajes misioneros a Macedonia, Grecia, Mileto y en Jerusalén, donde lo arrestan y tiene que hacer su defensa, la que aprovecha para testificar de Cristo.
Que sensible era Pablo y que discurso emotivo que se manda; apela al corazón de los hermanos que lo abrazan y besan con cariño, ante su partida. El gran Apóstol y misionero, trabajó duro a favor de los pobres y ayudó mucho a los hermanos, y enseñó a hacer generoso para seguir el ejemplo de Cristo, que lo dio todo por amor.
En Hechos 21, Pablo viajó a Jerusalén, “Con el viaje a Jerusalén comienza la última sección de Hechos, en la que se narra cómo Pablo, prisionero, llega a Roma, capital del Imperio. Después de cambiar de embarcación en Pátara, Pablo y sus compañeros hicieron la travesía de más de 500 km por el Mediterráneo hasta Tiro, en la provincia de Siria”. Además, Pablo en su tercer viaje misionero esta edificando a los discípulos. Habla del “voto sería nazareo por tiempo limitado. Las ofrendas requeridas al final del período (Nm 6.13-20) eran costosas, y se consideraba un acto piadoso que otro las pagara en lugar de una persona de escasos recursos” RV95
Hechos 22, narra el testimonio de Pablo, su conversión, se sujeta a lo que Cristo hizo en él, enseñándonos a dar fe, y la gloria al Señor y no enfocar la atención en nosotros, sino en Dios. Pablo fue enviado a los gentiles y supo defender el derecho de ciudadanía romana, al no dejarse azotar. Esto enseña que debemos saber sufrir y ejercer nuestro derecho ciudadano. Lo que me encanta es, como Dios maneja la obra misionera, cuando somos guiados por el Espíritu Santo. Ore por nosotros...