marzo 28, 2007

LAS SIETE COSAS NUEVAS (CONTINUA)


Las Siete Cosas Nuevas
Apocalipsis 21:2 - 22:1

Un cielo nuevo Una tierra nueva La nueva Jerusalén La nueva comunión El nuevo templo La nueva luz El nuevo Paraíso
Cuando Satanás y los pecadores hayan sido echados de la tierra, cuando la muerte y el infierno hayan sido derrotados y Cristo haya sido reconocido y venerado como el Señor de todos, dará inicio una nueva era en la cual Dios será el todo en todo. ¡Por fin, la eternidad! Las sombras habrán pasado y la gloria empezará. Un eterno y glorioso amanecer anunciará una nueva creación, porque el último día oscuro del mundo habrá terminado. La historia del hombre estará consumada y empezará el nuevo orden de Dios.
Estos últimos capítulos del Apocalipsis contienen una conclusión perfecta de los planes eternos de Dios y su maravillosa providencia por su pueblo (Efesios 2:7). ¡Habremos llegado a la meta de toda la revelación! El deseo y los esfuerzos de Satanás a través de los siglos han sido dirigidos a separar a Dios del hombre, pero al final es Dios quien hace su voluntad. Por fin, los planes divinos para el eterno bienestar del hombre son realizados y toda promesa divina es cumplida.
Con sublime e inigualable lenguaje, Juan describe la transición de los glorificados al pináculo de la paz eternal. La competencia moral del apóstol para presenciar y entender las glorias de la eternidad no venía de él mismo, sino del Espíritu Santo. Bajo el control absoluto del Espíritu de Dios, Juan vivió y se movió en otro ámbito de la existencia y fue preparado así para recibir la visión de las realidades del cielo.
Sentimos que estos capítulos invitan a la contemplación más que a la interpretación; a la reverencia más que a la investigación. Nos vemos invadidos del deseo de que se supiera mucho más acerca de nuestra morada eterna. Una de las razones por las cuales escasean los detalles acerca del estado eterno, es la limitación del lenguaje para expresar lo que Juan vio y vivió. Las mejores palabras son únicamente palabras, un medio inadecuado de expresión cuando se trata de la gloria eterna. Una vez en el cielo, en medio de aquel esplendor maravilloso, haremos nuestra la exclamación de la reina de Sabá: "Ni aun se me dijo la mitad" (1 Reyes 10:7).
La frase clave en la sección final del Apocalipsis está en 21:5: "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas." Algunos sugieren que aquí se confunden la época milenial y la eternidad para constituirse en un cuadro perfecto de la gloria interminable. (Cronológicamente, Apocalipsis 21:9-27 podría preceder a 21:1-8. Los versículos 7 y 8 apuntan hacia un período previo al amanecer de la era eterna.) La escena presentada es magnífica en verdad. Por fin Cristo es el héroe de los siglos y está a punto de entregar el reino a su Padre. ¡Qué conmovedor va ser éste acto de rendimiento, tanto para el Padre como para el Hijo! ¡Cuan necesario es que vivamos más el futuro Como lo hizo el apóstol Pablo, aprendamos a equilibrar el triste "ahora" con el glorioso "mañana".
1. Un cielo nuevo (21:1)
"Vi un cielo nuevo.. . el primer cielo pasó" (Apocalipsis 21:1). Al comparar todo este versículo con el 20:11, encontramos el orden invertido. Delante del gran trono blanco la tierra y el cielo huyeron. Este cambio de orden es significativo. En la creación antigua, que termina en 20:11, Dios estaba íntimamente relacionado con la tierra, sobre la cual El tenía un templo para su pueblo. Pero ahora que su pueblo mismo es el templo (21:3), todo tiene naturaleza celestial.
Por "cielos" en 21:1 no se quiere dar a entender la presencia inmediata de Dios, sino los cielos aéreos; es decir, todo lo que está entre la tierra y la morada de Dios. El cielo antiguo es el lugar desde donde operaba Satanás, por lo que no era limpio ante los ojos de Dios. El cielo nuevo habrá de ser constituido de una manera tan diferente, que el sol, la luna, las estrellas y todas las propiedades atmosféricas actuales no serán necesarios. Por fin habrá un amanecer sin que haya anochecer.
En las Escrituras se mencionan tres cielos:
1. El tercer cielo, o cielo verdadero, es el lugar al cual fue arrebatado Pablo en la presencia inmediata de Dios. Esta es la región de la gloria divina y también es la morada de los ángeles y los santos (2 Corintios 12:1-5).
2. El segundo cielo o cielo astronómico, es la zona donde se encuentran el sol, la luna y las huestes de estrellas y demás cuerpos celestes (Job 38:31-33).
3. El primer cielo o cielo atmosférico, es el aire que está alrededor de nosotros y sobre nosotros. Se dice que Satanás es el príncipe de esta región (Efesios 2:2).
Puesto que el tercer cielo (la morada de Dios) es eterno, no estará sujeto a cambio alguno. "Los cielos nuevos" nos sugieren una transformación de los cielos atmosféricos y astronómicos. Con nuestro cuerpo celestial, podremos recorrer el nuevo cielo y la nueva tierra.
Es necesario un nuevo cielo intermedio debido a que el actual ha sido contaminado por la presencia de Satanás, el príncipe de la potestad del aire. Esta es la razón por la cual las estrellas no son limpias a los ojos de Dios (Job 25:5). El espacio situado entre nosotros y la morada de Dios ha sido invadido también con cohetes, satélites y toda clase de desechos espaciales lanzados por los hombres del siglo XX.
2. Una tierra nueva (21:1)
"Una tierra nueva. . . la primera tierra pasó" (Apocalipsis 21:1). Realmente pasará sin que lo lamentemos mucho. La tierra antigua debe desaparecer porque ha sido escenario del pecado y la violencia del hombre. También se ha empapado con la sangre de millones de mártires y ha sido teñida con la sangre del Redentor. Además ha sido inundada con mares de lágrimas por los hombres y las mujeres de Dios. La tierra nueva nunca experimentará el pecado, el dolor ni la muerte. Algunos eruditos creen que el cielo nuevo va a ser la habitación de los santos redimidos en gloria, mientras que la tierra nueva será la morada de los redimidos que serán salvos durante la Tribulación, quienes pasarán por el milenio.
Una notable omisión en la nueva creación de Dios serán los océanos: "El mar ya no existía más" (21:1). ¡Cuánto ha de haberse consolado el corazón de Juan con tal revelación, ya que en la isla de Patmos el apóstol sufría la separación más triste que el mar puede causar! En el cielo, sin embargo, nada nos podrá separar de nuestros seres queridos. Todos los que son del Señor estarán unidos para siempre.
Hay una diferencia de opinión entre los eruditos bíblicos en cuanto a si la nueva creación (la cual no aparecerá antes que desaparezca la antigua) va a ser totalmente nueva, o si sólo será una renovación de la antigua. Algunos señalan que el fuego no simboliza aniquilación, sino sólo purificación y que Dios únicamente va a purgar la creación vieja para convertirla en un lugar de habitación adecuado para sus santos glorificados. Otros escritores dicen que el lenguaje usado por el Nuevo Testamento es claro y enfático, y que habrá una desaparición total de la antigua creación. Esta huirá, "pasará con gran estruendo" y será quemada, lo cual implica (según ellos) no una mera transformación, sino una destrucción. La vieja creación será desechada como ropa inservible, como andrajos completamente inútiles.
Pero, ¿no hay una forma de hacer que la ropa vieja reaparezca como nueva? Cuando Dios dijo: "He aquí yo hago nuevas todas las cosas" (21:5), la palabra que usó para "nuevas" no fue la que tiene el significado de nuevo en cuanto a tiempo o de aparición reciente, sino nuevo en forma o calidad, de una naturaleza diferente a la antigua. Así es como se usa esta misma palabra en el "hombre nuevo" de Efesios 4:24, que implica un hombre totalmente distinto del primer Adán. Pablo describe el nuevo carácter del hombre, el cual es espiritual y moral de acuerdo con el modelo de Cristo. Y así ocurrirá con el cielo nuevo y tierra nueva, los cuales diferirán completamente en forma y calidad de los originales.
Sin importar cuál sea nuestro punto de vista, el período que transcurre entre la primera y la antigua creación es el que está incluido en la Biblia. La primera creación es la esfera y escenario de las primeras cosas. El pecado, iniciado en el cielo por Lucifer, ha devastado a la primera creación. La nueva creación será totalmente diferente, como puede verse a través de un estudio de los males que no existirán más, según Juan. Al describir las bendiciones de la nueva creación, Juan sólo pudo usar una serie de frases negativas:
• No habrá más enfermedad
• No habrá más dolor
• No habrá más hambre
• No habrá más sed
• No habrá más tristeza
• No habrá más lágrimas
• No habrá mar
• No habrá más muerte
• No habrá más pecado
• No habrá más noche
Y no estando presente Satanás, tampoco habrá tentación. A las puertas de las edades eternas, alcanzaremos un mundo sin tragedias, sin tribulación y sin maldad. Allí morará "la justicia" (2 Pedro 3:13). Compárese esto con los pasajes de Mateo 24:35; Hebreos 1:1-12; 12:25-29; 2 Pedro 3; Isaías 34:4; 65:17; 66:22. Con tan gloriosa perspectiva, ¿no deberíamos luchar por llevar una vida de acuerdo a los principios y valores de la eternidad? Las pruebas y desilusiones del presente no pueden compararse con la gloria que será manifestada en aquel dichoso e interminable día.
3. La nueva Jerusalén (21:2, 9-21)
En su descripción perfecta sobre la unidad perfecta, Juan nos hace ver la relación de gobierno que hay entre la Iglesia y todo lo demás. (Aquí también debemos tomar nota de los verbos que usa Juan para describir su experiencia: Vi y oí.) Aquí se hace un contraste entre la nueva Jerusalén y la antigua. La presente Jerusalén terrenal, la llamada "Ciudad Santa" es una ciudad que tiene poco de santa, mientras que la nueva Jerusalén será una ciudad perfecta procedente del cielo. Como una esposa ataviada con su bella vestidura nupcial, la Iglesia desciende con toda su gloria. Formada por el solícito afecto del Espíritu Santo en el desierto de este mundo, fue raptada por el Esposo al cielo y ahora, después de sus bodas con El, aparece adornada con todos los encantos de la eternidad.
Algunos escritores creen que Apocalipsis 21:1 tiene relación con la cena de bodas del Cordero (19:7). La primera boda de la Biblia (Génesis 2:18-24) puede ser usada como un cuadro típico del origen de la Iglesia y su relación con Cristo. La novia falsa, la ramera (17:5), lucía una gloria terrenal, pero la novia del Cordero resplandece por la belleza y la gloria que proceden de Dios. Aun en su estado eterno la Iglesia no posee ninguna gloria inherente, "teniendo la gloria de Dios" (21:11). (Véase también Filipenses 3:20, 21).
Juan también compara a la Iglesia con una ciudad (vea también 3:12). William Neweil tiene una útil exposición de la sociedad de los redimidos como una ciudad. A continuación se da un resumen adaptado de algunos de sus puntos:
Será una ciudad verdadera. En este pasaje se da una descripción literal de todas las cosas: oro, calles, medidas, piedras, etc. Esta ciudad desciende del cielo, porque sería imposible construir una ciudad santa aquí. En esta nueva morada de la Iglesia todos los materiales son provistos por Dios. (La ramera y la ciudad de Babilonia son una falsificación que había hecho Satanás de 21:2, que es un sumario de 21:9-11.)
Será una ciudad celestial. Esta ciudad desciende del cielo porque es para un pueblo celestial. Sin una naturaleza celestial (la cual es provista por el Espíritu Santo en la regeneración), no se podría vivir en ese ambiente eterno. "Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad" (Hebreos 11:16).
Será una ciudad residencial. La ciudad que Juan describe con lujo de detalles será la residencia eterna de Cristo y de los suyos, cuyos cuerpos glorificados serán semejantes al de Cristo. Los demás, por supuesto, también compartirán esta gloria (21:24-26), pero la iglesia será como una esposa en su casa. La palabra morar (Salmo 23:6) significa estar en su casa. ¡Qué gloriosa esperanza: estar en nuestra propia casa con el Señor para siempre!
Será una ciudad enorme. La descripción de las medidas de esta ciudad sorprende a la imaginación humana. La longitud, la anchura y la altura de esta ciudad son exactamente iguales: 12.000 estadios (cerca de 3.300 kilómetros). La perfección de gobierno se sugiere en la constante repetición del número doce. Hay doce puertas, doce ángeles, doce tribus, doce fundamentos, doce apóstoles, doce piedras preciosas y doce perlas. Las doce puertas están relacionadas con Israel (Mateo 19:28) y los doce fundamentos, con la Iglesia (Efesios 2:20).
Será una ciudad gloriosa. La gloria de Dios será la luz de esta ciudad:
"Teniendo la gloria de Dios; y su fulgor será semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal" (21:11). El Cordero será su lumbrera; es decir, la fuente de toda la iluminación necesaria. No habrá necesidad de luz natural. La mención de "una caña de medir" (21:15), implica que cuando Dios mide una cosa es porque le pertenece y la quiere usar. Todo será medido para que esté de acuerdo a sus requisitos para bien de sus santos glorificados; su Iglesia estará adornada con todos los encantos eternos del cielo.
Será una ciudad capital. La eterna morada de Dios se encontrará en esta ciudad capital y será más resplandeciente que todas las capitales modernas del mundo. Este será el centro de la presencia y el gobierno divino en el universo de Dios y del Cordero. Cada vez que se habla de la ciudad, se menciona el nombre del Cordero, y las siete referencias que se hacen de El (21:9, 14,22,23,27; 22:1, 3), indican que aunque Cristo le entrega el reino_al_Padre, El lo comparta también con los" redimidos.
4. La nueva comunión (21:3-7)
Por fin aquella comunión que fue rota en el huerto del Edén (Génesis 3), es restaurada plena, total y eternamente. Nunca jamás podrán ni Satanás ni el hombre romper dicha comunión. ¿Qué es el cielo? ¿No es una sociedad de almas completamente restauradas en comunión espiritual ininterrumpida con Dios? Entonces aquí tenemos un cielo que desciende del cielo.
Pero Dios no descenderá a morar con los hombres hasta que la antigua creación desaparezca. La tierra actual está muy corrompida para ser la morada de Dios. La frase "con los hombres" aparece tres veces, sugiriendo que habrá una eterna y bendita comunión entre Dios y los hombres. El deleite de Dios es habitar con los hijos de los hombres (Proverbios 8:31). El resultado de esta preciosa comunión será un mundo sin lágrimas, porque sólo Dios puede enjugar nuestras lágrimas: "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni dolor, ni clamor; porque las primeras cosas pasaron" (21:4). ¡Qué glorioso día!
BENDICIONES
PASTORA LUCY
ADMINISTRADORA

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