Apocalipsis 17:1 - 20:15
La condenación de Babilonia La gran ramera domina a la bestia La verdadera Iglesia La madre de las rameras La bestia destruye a la gran ramera Juicio de reyes y ejércitos Condenación de la bestia Juicio del falso profeta El juicio del diablo Condenación de Gog y Magog Condenación de los perdidos El trono del juicio El Juez El juicio
En los capítulos altamente trágicos que vamos a considerar ahora, Cristo actúa rápidamente como conquistador y somete a todos sus enemigos. ¡Qué acción tan rápida y precisa la que tenemos en esta sección! ¡Cuan majestuosa es la escena en que nuestro omnipotente Señor toma para sí todo poder y reina por encima de todos! Una vez que Él se levante para tratar contra todas las fuerzas antagónicas, nadie será capaz de soportar su poderío. Con una vara de hierro, desmenuzará aun al más poderoso enemigo. Los gobernantes orgullosos y arrogantes, tanto infernales como humanos, han de ser despedazados como vaso de alfarero. Ya se trate de sistemas, ciudades, o ciudadanos, todas las cosas y todas las personas contrarias a su voluntad y gobierno han de caer ante su mirada y sus juicios poderosos. Aunque es el amante Cordero, Cristo ahora revela su poder como león.
Los tronos de la tiranía y los santuarios idolátricos son destruidos. El Salvador entra en su reino y se ciñe la corona de este pobre mundo.
Fue una ocasión memorable aquella cuando Jesús llegó a la sinagoga de Nazaret, tomó el rollo del Antiguo Testamento de la mano del ministro y leyó del profeta Isaías un pasaje que relacionó con su propio ministerio:
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado... a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová (Isaías 61:1, 2).
Entonces Él cerró el libro en este punto, sin terminar la cita. Es decir, sin leer la parte que dice: "Y el día de venganza del Dios nuestro."
"El año de la buena voluntad de Jehová" abarca la venida del Señor como Salvador y la dispensación de gracia durante la era de la Iglesia (Apocalipsis, capítulos 1 al 3). "El día de venganza del Dios nuestro" tiene que ver con lo que sigue al día de salvación: el día del juicio durante la gran Tribulación (Apocalipsis, capítulos 4 al 20). Con llamas de fuego, el Dios justo toma venganza sobre los inicuos (2 Te-salonicenses 1:8). Esta es la razón por la cual se menciona el amor en esta sección judicial del Apocalipsis. Puesto que el amor del Cordero ha sido rechazado, el día de su ira viene sobre todos los que aman y practican la mentira. Su amor por los suyos es mencionado en la sección de gracia (1:5; 3:10; vea también 2:4; 12:11).
Sofonías fue uno de los profetas que testificaron anticipadamente por medio del Espíritu Santo (1 Pedro 1:11) sucesos que estaban muy distantes de su propio tiempo. Describiendo "el gran día del Señor", dijo que sería:
• Día de ira y de angustia,
• Día de aprieto y de alboroto,
• Día de asolamiento y de tiniebla,
• Día de nublado y de entenebrecimiento,
• Día de trompeta y de algazara,
• Día de la ira de Jehová (Sofonías 1:15-18).
1. La condenación de Babilonia (17:1 — 18:24)
Se necesitan unas palabras de introducción sobre la relación íntima que hay entre los capítulos 17 y 18, ya que ambos tratan sobre Babilonia, pero desde distintos ángulos. Se dan breves informes sobre la destrucción de Babilonia en 14:8 y 16:19, pero los capítulos 17 al 19 están llenos de todos los detalles del juicio de Dios sobre un sistema religioso pecador. Es esencial tomar todos estos pasajes en conjunto y leerlos como si fueran uno solo.
En el capítulo 17 hallamos:
En el capítulo 18 hallamos:
la Babilonia mística;
un sistema corrupto;
un cristianismo apóstata;
la ramera y la bestia;
el fingimiento religioso;
el deleite de los reyes de la tierra con la ramera borracha, "El misterio de Babilonia";
la Babilonia material.
una ciudad condenada.
un comercialismo impío.
a Dios y Babilonia.
el orgullo mundano.
los gobernantes y mercaderes de la tierra lloran y se lamentan por la destrucción de la Babilonia comercial.
Es muy apropiado que uno de los siete ángeles encargados de derramar las siete copas de la ira sea quien le explique a Juan el juicio que acaba de pronunciar sobre Babilonia (14:8; 16:19). Dos frases muy significativas parecen dividir este capítulo 17:
• "Te mostraré la sentencia" (17:1);
•"Te diré el misterio" (17:7).
El doble desarrollo de este capítulo es de por sí claramente manifiesto:
• La gran ramera controla a la bestia (17:1-7);
• La bestia destruye a la gran ramera (17:7-18).
A. La gran ramera domina a la bestia (17:1-7)
Una mujer y una ciudad son usadas ambas como símbolos de la Iglesia (2 Corintios 11:2; Apocalipsis 21:2, 9, 10) y ambas figuras son usadas en esta descripción del cristianismo apóstata. En 17:18 la mujer es identificada como la ciudad: "Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra." La mujer vestida de escarlata, una de las maravillas profundas de las Escrituras, es la obra maestra de falsificación de Satanás. ¡Qué gran farsa y falsificación de la verdadera Iglesia es la madre de las rameras!
La verdadera Iglesia es una virgen casta;
la iglesia apóstata es una ramera.
La Iglesia está desposada con un solo esposo;
la iglesia apóstata se enreda en actos promiscuos con los reyes de la tierra.
La verdadera Iglesia es el misterio de la santidad;
la iglesia apóstata es el "misterio de Babilonia",
La verdadera Iglesia es "columna y apoyo de la verdad";
la iglesia apóstata es llamada Babilonia: "confusión."
La verdadera Iglesia ofrece la copa de la salvación;
la iglesia apóstata sostiene la copa de oro llena de abominaciones.
La verdadera Iglesia ha sido comprada con la sangre de Cristo;
la iglesia apóstata está ebria con la sangre de los mártires de jesús.
Se dice que la mujer está "sentada". Por lo tanto, nos llama la atención el asiento de ella. "Está sentada sobre muchas aguas" (17:1);
"siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer" (17:9). El hecho de estar "sentada sobre muchas aguas" recibe la siguiente exposición de parte de Juan en 17:15: "Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas." Las "muchas aguas" tipifican las vastas multitudes de la raza humana sobre quienes la mujer ha lanzado sus hechizos. La antigua Babilonia poseía una riqueza que provenía del río Eufrates y sus numerosos canales de irrigación. La iglesia apóstata se alimenta de las naciones que gobierna.
El estar "sentada sobre muchas aguas" (Jeremías 51:13) indica que la gran ramera gobierna y domina a las naciones religiosamente, así como la bestia sobre la cual ella va montada, gobierna políticamente. Como representante de un vasto sistema religioso, la mujer tiene un séquito universal de seguidores. La gran ramera y la bestia son compañeras en iniquidad y apostasía. Combinadas, representan el poder eclesiástico y el gubernamental.
Que esté sentada "sobre la bestia" (17:3) significa que la ramera cabalga sobre la bestia. Ella no sólo ejerce dominio religioso sobre las multitudes, sino que también es capaz de manejar y dirigir a la bestia. Todos los reyes vasallos y los gobernantes humanos, especialmente los que estén dentro del imperio romano revivido, estarán bajo su control. Los poderes políticos y civiles estarán sujetos a su gobierno y supremacía. Y tal dominio total y completo sobre el vasto poder imperial apóstata encabezado por la bestia ya se está formando.
Dos ideas contradictorias están representadas en la mujer y en la bestia. Podríamos expresar los dos contrastes de la manera siguiente:
La mujer personifica la corrupción de la verdad;
la bestia representa el desafío abierto a Dios.
La mujer incorpora todo aquello que es licencioso;
la bestia incorpora todo lo cruel y despiadado.
De esta manera, la corrupción y la violencia que ocasionaron el diluvio (Génesis 6:11) han de alcanzar su punto culminante en la mujer y en la bestia. La expresión "sentada sobre una bestia" es una profecía de que la iglesia apóstata será llevada y sostenida por las naciones, y que reinará y gobernará con poder temporal.
Los siete montes sobre los cuales la mujer se sienta (17:9) representan siete reyes o siete formas sucesivas de gobierno político. De los siete emperadores romanos, "cinco han caído" (lo cual puede referirse a muerte por medios violentos) antes del tiempo de Juan. Estos cinco casi siempre se enumeran de la manera siguiente: Julio César, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. El sexto, el cual reinaba cuando Juan escribió el Apocalipsis, era el blasfemo Domiciano, quien terminó siendo asesinado. Puede ser considerado como el "uno es". El otro emperador, el cual todavía no había reinado hasta el tiempo de Juan, será el séptimo cabecilla romano. La bestia será el octavo, "y es también de entre los siete". Mientras que por una parte la bestia será distinta en carácter y obras, por la otra continuará la forma de gobierno autocrático del séptimo rey. Y es la mujer quien dominará esta última expresión soberana de todo movimiento y secta anticristiana que exista en ese momento, bajo la consolidación y el control de Satanás. Los siguientes contrastes pueden ser útiles:
La verdadera Iglesia
La madre de las rameras
Virgen casta
Sujeta a Cristo
Pertenece al cielo
Adornada divinamente
Preservada por Cristo
Le espera la gloria eterna
Verdadera novia
Tiene un llamamiento celestial
La obra maestra de Cristo
Habitada por el Espíritu Santo
Misterio de los siglos
Sumisa a Cristo
Arrebatada al aire
Ejerce poder espiritual
Exhibe la gloria de Cristo
Gran ramera
Sujeta a Satanás
Pertenece a la tierra
Adornada satánicamente
Destruida por la bestia
Le espera eterna ruina
Imitación de iglesia
Codicia posesiones terrenales
La obra maestra de Satanás
Poseída por el mal espíritu
Misterio de iniquidad
No se sujeta a nadie
Lanzada a la perdición
Busca poder secular.
Se gloría en lo sensual
La bestia va a ser la cabeza de un imperio confederado. El poder ejecutivo, que comenzó con Nimrod ha de concluir con la bestia, y ambos están relacionados con Babilonia. Dios va a permitir que la tierra profética posea poder ejecutivo. Esta tierra profética estará constituida por las naciones que encierran al mar Mediterráneo con aliados del imperio de los cesares. Todos estos formarán la confederación de la bestia. Todas estas naciones "que moran en la tierra" tendrán una mente terrenal. El dominio de la bestia es tanto externo (porque se extenderá a todas las naciones) como interno (que se conformará al mundo).
El sistema pagano babilónico era una doble mezcla de la unión de los poderes civiles y religiosos y de las costumbres y formas externas. Se usaban ritos secretos de iniciación y los adoradores eran consagrados por ceremonias de purificación, aun cuando fueran culpables de cometer maldades. La mujer, el misterio de la iniquidad, es el símbolo de una religión pagana con un sacerdocio que ejercía dominio sobre toda autoridad civil. Sus maquinaciones son secretas e internas, mientras que las de la bestia son manifiestas a todos. En el conflicto por la autoridad y el control supremos, la bestia sale victoriosa.
Quitar a la ramera equivaldrá a quitar de sobre las naciones una carga espiritual, mental, política y económica. Aunque todas las naciones se regocijarán por la destrucción de la ramera, sin embargo, todas cometieron fornicación con ella y le tributaron reverencia.
La palabra misterio implica un hecho espiritual intrínseco escondido e imposible de ser descubierto por el mero uso de la razón, pero que ahora es revelado. La unión entre Cristo y su Iglesia es un misterio. En contraste con el misterio de la piedad estará el misterio de iniquidad. Esta parte del nombre místico estampado indeleblemente en la frente de la mujer describe perfectamente al terrible sistema que ella representa: una falsificación de la Iglesia verdadera. El lugar de supremacía de Cristo sobre las naciones es usurpado. En lugar de ser la depositaría de todo lo que es verdadero y santo, la mujer es descrita como la materialización del error y la maldad.
"Babilonia la grande" es llamada grande debido a su reputación terrible y por ser la representación personal de la confusión general. Esta descripción de la mujer sugiere un extendido sistema de maldad espiritual que representa la culminación de todos los males que operan en contra de la verdadera Iglesia mientras ésta esté en la tierra.
El babilonianismo del capítulo 17 es el sistema eclesiástico de la iglesia apóstata. Esa es la religión de la bestia. Dicho sistema es llamado "Babilonia la grande" para distinguirlo de la Babilonia de Nabucodonosor, conocida como "la gran Babilonia". La palabra "Babilonia" significa confusión y está asociada con Babel y su torre inconclusa. Usado para designar a la mujer, el nombre Babilonia representa el cristianismo apóstata desde el punto de vista divino. Desde este punto de vista, dicho babilonianismo es el misterio de la abominación. El cristianismo profesante, sin miembros nacidos de nuevo, y totalmente sin Dios se va a expandir hasta completar el plan de la mujer babilónica vestida de escarlata. Este babilonianismo será una religión que los reyes de la tierra considerarán como una pesada carga, por lo que finalmente se unirán a la bestia en un esfuerzo por liberarse de un sistema que los ha convertido en esclavos.
¿Cuál es el significado de la expresión "la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra"? En la antigua Roma las rameras llevaban en la frente un rótulo con su nombre. Vale la pena describir y comparar nombres en la frente. En 19:16, Cristo tiene un nombre sobre sus vestiduras y en su muslo. Los redimidos tienen el nombre de Dios en sus frentes. El nombre de la ramera en su frente es otro ejemplo de la farsa de Satanás. Todos los nombres que lleva la mujer están en agudo contraste con la mitra del sumo sacerdote con su inscripción "Santidad a Jehová". La descendencia de esta madre de las rameras será numerosa. El cristianismo apóstata será el padre de toda suerte de religiones, idolatrías y artes usados por Satanás para apartar a los hombres de Dios. Bajo la figura de la madre de las rameras encontramos lo peor de la religión y la fuente de todo lo que es moralmente repugnante.
El cristianismo apóstata será una abominación sobre la tierra y a los ojos del Señor debido a la amalgama que ofrecerá. La parábola de la mujer que mezcla la levadura hasta que toda la masa está bien leudada, podría describir también el veneno de un sistema maligno que está a punto de permear el mundo religioso. Babilonia, como ya lo hemos hecho notar, significa mezcla o confusión. "Ba-bel," que significa "la puerta hacia Dios", fue un lugar donde se dieron cita los pecadores sin ley. Sin embargo, Dios intervino con la mezcla y confusión de lenguas y desparramó a la gente por doquier. Abraham fue llamado de una civilización apóstata para fundar una nueva raza. De manera que Babilonia, la principal de las ciudades idolátricas es un emblema apropiado de la monstruosa maldad y de la extendida influencia de cristianismo apóstata de los últimos días. Pero la destrucción de este malévolo sistema ocurrirá cuando la bestia rechace y desafíe las exigencias de la mujer que tiene la autoridad y el control supremos.
Dos frases describen la abominable naturaleza de la gran ramera:
"El vino de su fornicación" (17:2) y "la inmundicia de su fornicación" (17:4). Fornicación es una relación ilícita, y la fornicación espiritual es el equivalente a la idolatría. "Han fornicado con sus ídolos" (Ezequiel 23:37). La solemne acusación contra los habitantes de la tierra es que ellos sucumbieron ante la brillantez seductora y la atractiva exhibición de la ramera. Se dice que los reyes y los pueblos fueron atrapados por los encantos corruptos y licenciosos de la mujer escarlata. Pero todos los que hayan bebido de su copa, sin importar que sea de oro, deberán perecer junto con ella.
Juan presenta a la mujer sentada sobre una bestia vestida de escarlata, con una copa de oro en su mano, llena de las abominaciones e inmundicias de su fornicación (17:4). Ocurrió lo mismo con la Babilonia antigua. Mientras todavía disfrutaba de toda su gloria, su ruina fue proclamada por Jeremías: "Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las naciones" (Jeremías 51:7).
Como la bestia escarlata está llena de nombres de blasfemia (17:3), así la copa de oro está "llena de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación". La última fase de la religión apóstata estará caracterizada por la idolatría y la corrupción, y la influencia mundial de esta monstruosa ramera se puede deducir del hecho de que ella hace que otros se embriaguen con el vino de su fornicación.
Se dice de la bestia de color escarlata que estaba llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos. Aquí tenemos al último rey, el caudillo federal de las naciones, un rey de reyes y señor de señores. Que está lleno de nombres de blasfemia implica que todo el dominio de la bestia es totalmente corrupto, caracterizado por la blasfemia abierta y escandalosa (13:1-10). En los diversos nombres tenemos las varias formas de rebelión y de obstinación. De manera que tanto la bestia como su imperio son blasfemos e impíos.
"Llena de nombres" también puede significar por dondequiera; no sólo en las cabezas sino por todas partes. En las "siete cabezas" se nos da la idea de poder administrativo total, (13:1) cubierto por medio de formas o sistemas efectivos de gobierno. Los "diez cuernos" representan personajes reales, quienes reinan con autoridad real con la bestia, el cuerno pequeño de Daniel 7:8, 20. Esta bestia de color escarlata es identificada con la cuarta bestia de la visión de Daniel (Daniel 7:23, 24).
Para poder ver a la mujer montada en la bestia, Juan nos dice que el ángel lo tuvo que transportar al desierto, esto es, a un lugar de soledad y de evidente desolación. ¿Qué era lo que Juan quería decir con el término "desierto"? Una explicación dice que el esplendor de la mujer y de la bestia cautiva el corazón y los sentidos físicos de toda la gente, con excepción de los del remanente fiel, para quienes esta atractiva exhibición no es más que un desierto, porque Dios no está en ella.
BENDICIONES
PASTORA LUCY
ADMINISTRADORA
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