B. La bestia destruye a la gran ramera (17:7-18)
La expresión "te mostraré" de 17:1 es modificada en el "te diré" de 17:7. Ahora se le da a Juan la interpretación divina del misterio de la mujer y de la bestia que la lleva. El apóstol se había maravillado por esto con el asombro de una horrible sorpresa; pero ahora era la tierra la que se maravillaba al ver el juicio de Dios derramándose sobre la mujer y sobre la bestia (17:18). Aquí se revela un doble misterio:
• El misterio de la bestia (17:7-14)
• El misterio de la ramera (17:15-18).
La mujer y la bestia son tratados separadamente, ya que son distintos (a pesar de que son compañeros en iniquidad y en apostasía). La mujer da la idea de poder eclesiástico, mientras que la bestia personifica el poder civil. Cuatro fases de la historia de la bestia (17:7-14) le son explicadas a Juan. En cuatro breves y enérgicas expresiones, Juan conoce el curso y la consumación del imperio más grande del mundo:
• "Era"
• "No es"
• "Está para subir del abismo"
• "Ir a perdición"
"La bestia que has visto, era" (17:8), refiriéndose al pasado. Aquí tenemos el antiguo imperio romano como existió en la forma imperial hasta el tiempo de Juan y hasta su destrucción en 476 d.C. Bajo una larga sucesión de gobernantes imperiales, la bestia existió como un vasto y consolidado imperio. Aunque la bestia será una persona real, también se usa como la cabeza figurada de un sistema apóstata, así como la mujer. De esta manera, la bestia (o el imperio que ella representa) es una parte integral de la profecía bíblica.
"La bestia que has visto, no es" (17:8), refiriéndose al presente. Aunque los países incorporados al antiguo imperio de fama mundial todavía permanecen, el imperio consolidado como tal ya no existe. Fragmentos de la antigua vida y las leyes romanas caracterizan a muchas de las naciones que una vez fueron parte de este poderoso imperio.
"La bestia que has visto.. . está para subir del abismo e ir a perdición" (17:8), refiriéndose al futuro. Al levantar el telón, Dios capacita a Juan para que vea a través del corredor de los siglos y observe el avivamiento satánico del imperio romano. Dando un salto en el tiempo, Juan puede ver en forma de visión el atardecer de dicho avivamienlo: "Está para subir del abismo." La bestia misma se levanta al principio de la septuagésima semana profética. Su imperio surge a la mitad de la semana. La esposa del Cordero viene del cielo, mientras que el imperio de la bestia (para sorpresa de todos los hombres) surge de en medio del abismo.
En este maravilloso panorama histórico del futuro de la bestia se nos dan nociones de la fase final del apóstata poder civil de los gentiles. La hora de la venganza ha llegado. La bestia y su Babilonia están a punto de ser destruidos. Se hace mucho énfasis en su ruina perdurable en la repetida frase: "Va a la perdición" (17:8, 11). En 17:11 se hace énfasis en el griego en "la bestia". Peculiar y preeminentemente, es ella la que está señalada para la destrucción. Este cuerno pequeño, con ojos como de hombre y con una boca que habla grandes cosas, va a ser lanzado vivo al lago de fuego; vivo y acompañado de sus socios en el crimen (19:20). La frase "va a la perdición" se usa también con respecto a otro individuo: Judas (Juan 17:12). Esto ha inducido a algunos escritores a afirmar que la bestia es la encarnación de Judas. El imperio mismo será destruido por Cristo en su venida, cuando Él aparezca para tomar todos los reinos del mundo y los convierta en su imperio mundial.
Dos veces se nos dice que el malvado y engañado mundo se asombrará por la aparición de la bestia (13:3; 17:8). Pero tan asombroso fenómeno no sorprenderá a los escogidos, quienes entienden con exactitud la personalidad de la bestia. Serán únicamente aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida quienes contemplarán con asombro las artimañas de Satanás. Los escogidos poseen una mente dotada de sabiduría y por lo tanto entienden el significado profetice de todo lo que está escrito.
Entre las características prominentes de la bestia destacan su historial político y su guerra en contra del Cordero. Ya hemos escrito algo acerca de las siete cabezas. Los diez cuernos, se nos dice, representan a diez reyes o sus reinos. Las siete cabezas expresan formas sucesivas de gobierno, mientras que los diez reyes son contemporáneos, y se ve como si estuvieran dominando un territorio real durante el período de la bestia. Los diez reyes son coexistentes con la bestia e indican la apariencia de su imperio, el cual existirá en forma de diez reinos.
Las respectivas cabezas de estos reinos reciben poder como reyes, lo cual significa que conservan sus derechos reales. Tienen un poco de reyes, pero no son poseedores del poder total de sus reinos. Inclinándose en obediencia total ante la voluntad de la bestia, estos reyes le darán todo su poder y su fuerza a ella. Con un mismo sentir, llevan a cabo la voluntad de la bestia y se convierten en sus aliados dependientes.
Estos diez reyes reinarán por "una hora" con la bestia. La duración de los reyes es medida con relación al reino de la bestia. "Una hora" representa un tiempo definido de corta duración. La bestia, aunque se establecerá a sí misma como un rey de reyes, será depuesta muy en breve por el verdadero Rey a su venida. La victoria del Cordero sobre la bestia y su coalición de reyes será violenta y completa.
En el versículo 17:14 se anticipa la victoria final y completa de Cristo en el mensaje del ángel, una victoria que se describe más detalladamente en 19:19-21. Esta guerra y la ira del Cordero son específicamente: contra el anticristo y sus reyes, congregados con el doble propósito de destruir a Israel para que deje de existir como nación (Salmo 83:4) y hacer guerra contra el Cordero como una expresión de su odio hacia Él.
Note que el Cordero es visto como el Señor de señores y Rey de reyes. La palabra griega de la cual viene el término "cordero" es el diminutivo armón, "el corderito." En contraste con la arrogancia y la malignidad de la bestia tenemos la mansedumbre y la inocencia del Cordero. Sin embargo, el Cordero Todopoderoso triunfa sobre la bestia. Los títulos que se usan para designar a nuestro Señor combinan su mansedumbre con su poder, su ternura con su fuerza.
El Apocalipsis es esencialmente un libro del Cordero. El libro en su totalidad gira en torno de Cristo como Cordero.
• Capítulo 1: la visión del Cordero
• Capítulos 2 y 3: el mensaje del Cordero
• Capítulos 4 y 5: la adoración del Cordero
•Capítulos 6 al 19: la ira del Cordero
•Capítulo 19:7-10: las bodas del Cordero
•Capítulo 19:11-22: el reino del Cordero.
El nombre "cordero" aparece veintisiete veces en el Apocalipsis y se
presta para un estudio extremadamente valioso:
•El Cordero inmolado (5:6; 7:14)
•El Cordero adorado (5:8; 21:22)
• El Cordero digno (5:12)
•El Cordero eterno (5:13, 14)
• El Cordero revelador (6:1)
•El Cordero airado (6:16, 17; 14:10)
• El Cordero reinante (7:10)
•El Cordero sustentador (7:17)
• El Cordero que escribe (13:8; 21:27)
• El Cordero que vendrá (14:1)
• El Cordero que es seguido (14:4)
•El Cordero victorioso (12:11; 14:10; 17:14)
• El Cordero desposado (19:7-9; 21:9)
• El Cordero iluminador (21:23-25)
• El Cordero que refresca (22:1)
• El Cordero obedecido (22:3, 4).
¡Cuan cierto será que "el Cordero será la gloria en toda la tierra de Enmanuel"!
Este decimoséptimo capítulo del Apocalipsis está lleno de "señales". Podría elaborarse otro bosquejo del libro con referencia a la palabra "señal":
• La señal en el cielo (12:1)
•La señal de la personalidad de Satanás (12:3; 13:3)
• La señal del poder de la bestia (13:13)
• La señal de la iglesia ramera (17:6)
• La señal de un mundo inicuo (17:8).
Las tres características de aquellos que participan en la victoria del Cordero las poseen también todos sus santos: "Ellos están con Él." Así como la bestia comanda sus ejércitos, así también Cristo cuenta con sus huestes militantes que lo asisten. Los ejércitos celestiales, constituidos por el cuerpo completo de los santos redimidos, acompañan a Cristo cuando Él desciende del aire a la tierra. ¡Qué escena! La bestia y sus ejércitos están a un lado, y el Cordero con sus ejércitos al otro, y del resultado de esto no hay ninguna duda. Cristo será exaltado entre las naciones. Será exaltado sobre la tierra.
En "las aguas donde se sienta la ramera" (17:15-18) puede verse que las fuerzas del mal montan una blasfema parodia de Jehová sentado sobre el diluvio. Las aguas que vio Juan (17:1) tipifican, según se le explicó, "pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas". Aquí podemos ver la inmensa influencia moral de un cristianismo apóstata sobre las vastas masas de la humanidad.
"Estos aborrecerán a la ramera" (17:16). ¡Qué abyecta desolación la que le espera a la iglesia apóstata! Habiendo determinado liberarse a sí mismo y a su imperio de la influencia sutil y empobrecedora de la ramera, la bestia se torna ahora contra ella y la desmonta de su exaltado trono. Los gobernantes del imperio confederado despojan a la ramera de todos sus ornamentos vistosos y seductivos. Las naciones confederadas con su cabecilla principal se confabularán aborreciendo a la ramera. La caída de la gran ramera ocurre debido a un cambio repentino ocurrido en los pueblos esclavizados. No sólo habrá repugnancia hacia la ramera y pillaje sobre sus riquezas y adornos, sino que también su carne será devorada. La expresión "sus carnes" en plural como se da aquí tiene el sentido de grandes cantidades: las posesiones terrenales, la plenitud de la carnalidad. Pero la bestia y los diez reyes, antes admiradores y esclavos de la ramera, son ahora sus más crueles y amargos enemigos y se hartan con todas las posesiones de la ramera.
Después la ramera será quemada "con fuego". En todo este proceso gradual de castigo puede hacerse referencia al castigo legal de la abominable fornicación. En tiempos antiguos, a veces las rameras eran quemadas. La voluntad permisiva de Dios es enfocada nuevamente en el perfecto acuerdo que hacen los reyes con la bestia. En el fondo de la alianza de las naciones y su unión con la bestia (y la destrucción final de la ramera) está la voluntad de Dios. Él ha decretado la destrucción del dominio gentil y del cristianismo apóstata, y triunfará. Dios puede usar aun a hombres malos para hacer que sus propósitos se cumplan. La ira del hombre puede servir para glorificarlo a Él.
Estamos de acuerdo con lo que dice Walter Scott: "Dios obra en forma invisible pero no menos real, en todos los cambios políticos del día de hoy. El estadista astuto y el diplomático inteligente son simplemente agentes en las manos del Señor, aunque ellos no lo sepan. El egoísmo y las tendencias en la política pueden influir en la acción, pero Dios está obrando firmemente hacia un fin: manifestar las glorias celestiales y terrenales de su Hijo. O sea que, en lugar de estorbar los planes de Dios, los legisladores y los gobernantes mas bien los llevan a cabo inconscientemente. Dios no es indiferente, sino que está tras la escena de las acciones humanas. Los hechos de los diez reyes del futuro en relación con Babilonia y la bestia — el poder eclesiástico y el secular — no solo están bajo el control directo de Dios, sino que todo es realizado en cumplimiento de su Palabra." En un tiempo tan crítico como este, debemos mantener nuestros ojos atentos a las evidencias de que la mano gobernante de Dios se halla entre las naciones.
Seguidamente dirigimos nuestra atención a la destrucción de la Babilonia material. Tanto la historia bíblica como la secular nos proveen una descripción adecuada de la antigua ciudad de Babilonia, la cual alcanzó su mayor gloria y magnificencia durante el reinado de Nabucodonosor (604-562 a.C.). Con sus altas murallas, sus torres, avenidas, jardines y palacios, la antigua Babilonia debe haber sentido la fascinación de ser dominante e insuperable. Que sus fortunas han sido objeto tanto de maravilla como de desgracia es un hecho que enfatizan profetas e historiadores por igual. Actualmente no existe Babilonia, lo cual ha hecho que algunos expositores afirmen que todas las profecías del Antiguo Testamento relacionadas con la destrucción de esta ciudad ya se cumplieron y que, por lo tanto, ya no podrá ser reedificada. En la actualidad, el territorio que cubría la Babilonia de la Biblia es conocido con el nombre de Hillah.
Babilonia, donde Alejandro Magno se embriagó hasta morir, fue el tercer reino mundial que oprimió a Israel en los tiempos de la supremacía gentil. El nombre "Babilonia", derivado de "bab-el", que significa la puerta de Dios, se convirtió en "Babel", que significa confusión. De manera que la puerta de Dios vino a convertirse en el lugar de reunión de rebeldes pecadores donde, para detener la creciente apostasía, Dios intervino con la confusión de las lenguas.
La historia y la profecía de Babilonia pueden ser bosquejadas brevemente:
1. Nimrod fue su fundador (Génesis 10:10, 11). Su primera reina (y símbolo de una ciudad y un sistema malvados) fue Semíramis I. Babilonia, por ser la primera de todas las ciudades idólatras, es el emblema más apropiado para declarar la enorme maldad y la influencia extensa y abrumadora del cristianismo apóstata.
2. Como reino secundario bajo el dominio de Asiría, Babilonia ayudó a esta última a atacar a Israel y Judá (2 Reyes 17:24-31; 2 Crónicas 33:11).
3. Se profetizó que Babilonia sería la captora de Judá (2 Reyes 20; Jeremías 25:9-14).
4. Fue escogida por Dios para castigar a Judá (1 Crónicas 9; Jeremías 25:9).
5. Tendría que ser castigada severamente por sus maldades (Jeremías 25:9-14; Daniel 5).
6. Babilonia fue la opresora de Israel, como se simboliza en Daniel capítulos 2 y 7 bajo "la cabeza de oro" y "el león".
7. Babilonia volverá a ser prominente otra vez como símbolo bajo el anticristo (Apocalipsis 17:5, 18).
Después de la destrucción de Nínive, la gran metrópoli del mundo vino a ser Babilonia, la cual, de acuerdo con el gran historiador Herodoto, tenía cien puertas de bronce sólido, con muros de más de diez metros de altura y tan anchos que bien podían correr sobre ellos seis carrozas a la par. Los profetas anunciaron la destrucción de Babilonia (Isaías 13:1-22; Jeremías 50:9-46). Alejandro Magno trató de restaurar a Babilonia, pero Dios había declarado: "La barreré con escobas de destrucción" (Isaías 14:24), y desde entonces ha permanecido en ruinas.
Babilonia fue el instrumento divino de juicio sobre Egipto, Judá, Edom, Moab, Amón, Tiro, Sidón, Asiria, Hazor y Nínive. Isaías, Jeremías y Ezequiel son notablemente claros en sus declaraciones sobre Babilonia en su relación con Judea.
La Babilonia del Apocalipsis ocupa la misma relación con respecto a la Babilonia de los profetas del Antiguo Testamento que la que ocupa la Nueva Jerusalén con respecto a la Jerusalén de los profetas. En el Apocalipsis, ambas ciudades son usadas en un sentido místico, mientras que en los profetas las ciudades deben ser tomadas en su significado literal. Debido a que no tenemos informes de una iglesia cristiana en medio de las ruinas de la antigua Babilonia, entendemos que la Babilonia desde la cual Pedro envió su primera epístola debe haber sido Roma (1 Pedro 5:13), donde su hijo espiritual, Marcos, estaba con Pablo (Filemón 24).
La restauración de Babilonia como una verdadera ciudad es una cuestión muy discutida. Hay muchos eruditos bíblicos que afirman que todas las referencias del Apocalipsis a Babilonia deben entenderse simbólicamente. La Biblia anotada de Scofield, por ejemplo, dice: "La idea de que Babilonia será reedificada literalmente en el sitio de la antigua Babilonia se halla en conflicto con Isaías 13:19-22. . . El profeta ve de cerca y de lejos a la vez, y predice la destrucción de la Babilonia literal, la cual existía en aquel entonces, con la advertencia adicional de que una vez destruida, Babilonia nunca sería reconstruida. Todo esto se ha cumplido ya al pie de la letra."
No cabe duda de que el anticristo se nos presenta aquí como "el rey de Babilonia", sobre el cual triunfará Israel.
Regresando a las profecías, descubrimos de la misma manera que Jeremías presenta una doble profecía acerca de Babilonia. Vemos por una parte la invasión de la ciudad por parte de los medos y persas, pero también está la profecía acerca de un futuro enemigo (Jeremías 50:1-7). La referencia aquí concerniente a la repartición de Israel y Judá es futura definitivamente. En Jeremías 50:8-16 las plagas son similares a las de Apocalipsis 18. El pasado y el futuro de Babilonia vuelven a presentársenos en Jeremías 50:21-46. En Jeremías 51:5-10 encontramos un lenguaje idéntico al que se usa en Apocalipsis 14:16; 16:17-21; 18:1-24.
La antigua Babilonia, con todo su misticismo y paganismo será destruida repentinamente con el derramamiento de la séptima copa (Apocalipsis 14:8; 18:1-24; Isaías 21:9).
Zacarías es otro de los profetas del Antiguo Testamento que predijeron el retorno del babilonianismo. El significado figurado del lenguaje usado en Zacarías 5:5-11 puede ser expresado en esta forma:
El "efa", una medida equivalente a unos 37 litros, se refiere al comercio que se mueve a través de toda la tierra.
La "tapa de plomo", de un peso como de 72 kilogramos, simboliza lo pesado del tráfico y las riquezas del comercio.
La "mujer" se interpreta aquí como representando la maldad dentro del efa. La palabra hebrea rasha significa agitación, 'a naturaleza caída del hombre tal como se manifiesta en toda ilegalidad y desenfreno (Job 3:17; Isaías 57:21).
Las alas "como de cigüeña" (un ave inmunda) y el "viento" que traían las alas representan los rápidos logros y el desarrollo de la Babilonia material como el gran centro comercial del mundo.
A Juan se le dio una completa y detallada revelación sobre la destrucción de una ciudad real (18:1-3). Las profecías del Antiguo Testamento acerca de Babilonia presentan una mezcla de los destinos pasado y presente, pero Juan presenta una declaración completamente profética de ruina. La frase de apertura, "después de esto" (19:1), implica un nuevo principio y nos introduce a una revelación distinta. El capítulo 17 nos da la descripción del poder y de la perdición de la Babilonia mística. En el capítulo 18 continúa la séptima trompeta (16:17-21), interrumpida por el paréntesis sobre la Babilonia mística o eclesiástica. La frase introductoria enfatiza la unidad total de los temas revelados. Mientras que el tema de Babilonia es traído desde el capítulo 17, el capítulo 18 ofrece una revelación distinta y subsecuente. Después de la perdición de la Babilonia mística o eclesiástica viene la destrucción de la Babilonia material o comercial.
Evidentemente, el ángel autoritativo que anuncia la ruina de Babilonia no es el guía de Juan del 17:1, 7, 15. Varias características de este importante, mensajero angélico deben ser consideradas. En primer lugar, él desciende "del cielo", lo cual sugiere el carácter celestial del juicio de Babilonia y el interés que demuestra el cielo por los asuntos de la tierra. No importa quiénes sean los agentes humanos de la destrucción de Babilonia; es el cielo el que la juzga en última instancia.
El "gran poder" del ángel de la destrucción sugiere que existen órdenes y grados entre las huestes angélicas. Algunos ángeles son más distinguidos que otros, y algunos reciben autoridad para actuar por Dios en circunstancias especiales. Que este no es un ángel ordinario, se demuestra claramente por el hecho de que "la tierra fue alumbrada con su gloria" o "a causa de su gloria". Tan poco tiempo hace que este ángel salió de la presencia de Dios, "que al pasar arroja una ancha ráfaga de luz a través de la oscura tierra". Pero, ¿existe aquí la noción de una gloria inherente, además de una gloria recibida? Walter Scott sugiere que este ángel no puede ser nadie más que Cristo mismo (como en 8:3 y 10:1). Combinando estos pasajes encontramos a:
• Cristo, el Angel-Sacerdote, intercediendo a favor de su sufrido remanente (8:3);
• Cristo, el Ángel-Redentor, tomando posesión de su herencia (10:1);
• Cristo, el Ángel-Vengador de su pueblo, tomando venganza sobre Babilonia (18:1 — 19:5).
BENDICIONES
PASTORA LUCY
ADMINISTRADORA
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