A QUE SOGA TE AFERRAS
OCTUBRE
DIA 28
“Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” (Hebreos 11:1)
La siguiente historia anónima, que edite para usted vale la pena reflexionarla. ¿Cómo podemos cifrar nuestra fe en Dios? ¿Qué hace falta? ¿Cómo se hace? En muchos casos significa simplemente creer en Él y obedecerlo, aun cuando no vemos razón para ello y nos limitamos a confiar en Su gran amor.
Cuentan que un andinista, desesperado por conquistar el Aconcagua, el techo de América, inició la escalada tras muchos años de preparación. Pero quería la gloria para él solo, y emprendió la aventura sin compañeros. Cuando oscureció al final del día, en vez disponerse a acampar, siguió escalando. Se hizo de noche, y no había luna. Las nubes tapaban las estrellas, y no había ninguna visibilidad.
Apenas le faltaban unos cien metros para llegar a la cima, cuando resbaló y se desplomó en la espesa negrura. Mientras caía a una velocidad vertiginosa le pasaban por la cabeza ráfagas de recuerdos, unos buenos y otros malos. Estaba seguro de que iba a morir. De repente sintió un fuerte tirón que casi lo parte en dos. Como todo escalador sensato, empleaba pitones y llevaba una larga soga atada a la cintura para trepar por la montaña. El pitón que estaba más arriba de todos aguantó e impidió que siguiera cayendo.
El andinista buscó a tientas en la oscuridad la pared rocosa, pero no la encontraba. En aquellos angustiosos momentos, clamó mientras pendía: —¡Ayúdame, Dios mío... Entonces oyó una voz que le aconsejaba desde el cielo: —¡Corta la soga! —¿Qué! —¡Corta la soga! —repitió la voz. El silencio se prolongó por unos segundos, mientras el escalador se aferraba más a la cuerda y oscilaba lentamente esperando en vano tocar la montaña. Otros andinistas lo encontraron al día siguiente. Había muerto congelado, y seguía suspendido de la montaña... a dos metros sobre una amplia cornisa. El escalador no llegó a verla, pero podría haber sido un lugar seguro donde dejarse caer. Allí habría podido recuperarse, encender una fogata y pasar la noche.
Esperemos que esta trágica historia no haya sucedido realmente, pero contiene una buena enseñanza. ¿Pone el lector su confianza en alguna soga, o confía a Dios todo lo que está fuera de su alcance? Relajémonos. Dios nos tiene deparadas maravillas. Cortemos la soga y confiemos en Él. Muchos temores son tan tenues como el papel. Bastaría un poco de valor para deshacerlos. B Francis. Hay que dar el primer paso con fe. No es necesario ver el final de la escalera; basta con empezar a subir. Martin Luther King, Jr. Si el tren pasa por un túnel y todo se pone oscuro, uno no tira el boleto y salta a tierra. Se queda sentado y confía en el conductor. Corrie Ten Boom, superviviente del Holocausto.
Tienes fe en Dios, entonces creé en su Palabra. «[Jesús] dijo: No te desampararé ni te dejaré.» (Hebreos 13:5) Confía en Dios.
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Pastora Lucy
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