EL DÉCIMO MANDAMIENTO
SEPTIEMBRE
DIA 25
Había una vez un rey muy bueno que se llamaba Midas. Sólo que tenía un defecto, quería tener todo el oro del mundo. Un día el rey midas le pidió un favor a un dios, quien le dijo: Lo que me pidas te concederé. Quiero que se convierta en oro todo lo que toque, dijo Midas. -¡Qué deseo más tonto, Midas! Eso puede traerte problemas, Piénsalo, Midas, piénsalo. -Eso es lo único que quiero. -Así será, dijo el dios.
Y fueron convirtiéndose en oro los vestidos que llevaba Midas, una rama que tocó, las puertas de su casa. Hasta el perro que salió a saludarlo se convirtió en oro. Y Midas comenzó a preocuparse. Lo más grave fue que cuando quiso comer, todos los alimentos se volvieron de oro. Entonces Midas no aguantó más. Salió corriendo espantado en busca de dios. -Te lo dije, Midas - dijo el dios. Pero ahora no puedo librarte del don que te di. Ve al río y métete al agua. Si al salir del río no eres libre, ya no tendrás remedio.
Midas corrió hasta el río y se hundió en sus aguas. Así estuvo un buen rato. Luego salió con bastante miedo. Las ramas del árbol que tocó adrede, siguieron verdes y frescas. ¡Midas era libre! Desde entonces el rey vivió en una choza dentro del bosque. Y murió tranquilamente.
La codicia es el fuerte deseo por las cosas, que no es correcto en términos de la ética cristiana. El último de los Diez Mandamientos advierte contra este pecado, quizás el más común en estos tiempos. Es considerado como idolatría en el NT (Col. 3.5) Dice, Deiros. DH.
Es el deseo vehemente de poseer o disfrutar cosas materiales sin prestar atención alguna a las leyes de Dios o de los hombres. La palabra que se utiliza es chamad, que quiere decir “desear” o “deleitarse en”. Lockward
"No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca." Éxodo 20:17
No codicie nada, ni aún en su mente; mejor agrade a Dios y sírvale.
ORACIÓN:
Padre, líbrame de la codicia, para servirte fielmente...
PASTORA LUCY DESIGN
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