Éxodo 8
Dios Habla Hoy (DHH)
8 1 (7.26) el Señor le dijo a Moisés:
—Ve a ver al faraón, y dile: “Así dice
el Señor: Deja ir a mi pueblo, para que me adore. 2 (7.27) Porque si tú no lo dejas ir, yo castigaré con ranas
a todo tu país. 3 (7.28) El río hervirá de ranas,
las cuales saldrán y se meterán en tu palacio, en el lugar donde duermes, sobre
tu cama, en las casas de tus funcionarios y de tu gente, en tus hornos y en
donde amasan tu pan. 4 (7.29) Las ranas saltarán sobre
ti, sobre tus funcionarios y sobre toda tu gente.”
5 (1) El Señor le dijo a Moisés:
—Dile a Aarón que extienda su bastón
sobre los ríos, arroyos y lagunas, para que de allí salgan ranas y llenen el
país de Egipto.
6 (2) Aarón lo extendió sobre las
aguas de Egipto, y todo el país se llenó de las ranas que salieron de
allí. 7 (3) Sin embargo, los magos
hicieron lo mismo por medio de sus artes mágicas, y también trajeron ranas sobre
el territorio egipcio. 8 (4) Entonces el faraón mandó
llamar a Moisés y Aarón, y les dijo:
—Pídanle al Señor que nos quite las
ranas a mí y a mi gente, y dejaré que tu gente vaya a ofrecer sacrificios al
Señor.
9 (5) Moisés le contestó al faraón:
—Dime cuándo quieres que yo le pida
por ti, por tus funcionarios y por tu gente, para que las ranas se alejen de ti
y de tu palacio, y se queden sólo en el río.
10 (6) —Mañana mismo —dijo el faraón.
Y Moisés contestó:
—Así se hará, para que sepas que no
hay nadie como el Señor nuestro Dios. 11 (7) Las ranas se irán de tu palacio y se quedarán solamente
en el río. Ya no te molestarán ni a ti, ni a tus funcionarios, ni a tu
gente.
12 (8) Moisés y Aarón salieron
del palacio del faraón. Después Moisés pidió al Señor que alejara las ranas que
había enviado sobre el faraón. 13 (9) El Señor hizo lo que Moisés le pedía, y murieron las
ranas que había en casas, patios y campos. 14 (10) La gente recogía las ranas muertas y las amontonaba, y
por todas partes olía mal. 15 (11) Sin embargo, en cuanto el faraón se vio libre de su
problema, se puso terco y no les hizo caso a Moisés y Aarón, tal como el Señor
lo había dicho.
La plaga de
mosquitos
16 (12) El Señor le dijo a Moisés:
—Dile a Aarón que extienda su bastón
y que golpee con él el polvo de la tierra, para que se convierta en mosquitos en
todo Egipto.
17 (13) Así lo hicieron. Aarón
extendió su bastón y golpeó el polvo del suelo, y todo el polvo de Egipto se
convirtió en mosquitos que atacaban a hombres y animales. 18 (14) Los magos trataron también de producir mosquitos por
medio de sus artes mágicas, pero no pudieron. Mientras tanto, los mosquitos
atacaban a hombres y animales. 19 (15) Entonces los magos le dijeron al
faraón:
—¡Aquí está la mano de
Dios!
Pero el faraón se puso terco y no les
hizo caso, tal como el Señor lo había dicho.
La plaga de
tábanos
20 (16) El Señor le dijo a Moisés:
—El faraón va a ir mañana temprano al
río, así que levántate de madrugada y ve a decirle: “Así ha dicho el Señor: Deja
ir a mi pueblo, para que me adore. 21 (17) Porque si tú no lo dejas ir, yo enviaré tábanos sobre
ti, sobre tus funcionarios y tu gente, y sobre tus casas. Se llenarán de tábanos
las casas de los egipcios, y hasta el suelo mismo. 22 (18) Pero cuando eso suceda, haré una excepción con la
región de Gosen, donde vive mi pueblo. Allí no habrá un solo tábano. Así sabrás
que yo, el Señor, estoy en este país. 23 (19) Haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Esto tendrá
lugar mañana.”
24 (20) Así lo hizo el Señor, y una espesa nube de tábanos
invadió el palacio del faraón, las casas de sus funcionarios y todo el
territorio egipcio. Los tábanos dejaron el país completamente
arruinado.
25 (21) Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y
les dijo:
—Vayan a ofrecer sacrificios a su
Dios, pero sin salir del país.
26 (22) Y Moisés contestó:
—No estaría bien hacerlo así, porque
los animales que ofrecemos al Señor nuestro Dios son sagrados para los egipcios.
Si los egipcios nos vieran sacrificar los animales que ellos adoran, estoy
seguro de que nos matarían a pedradas. 27 (23) Debemos ir al desierto, a tres días de camino, y
ofrecer allí sacrificios al Señor nuestro Dios, tal como él nos lo
ordene.
28 (24) Entonces el faraón dijo:
—Los dejaré ir al desierto para que
ofrezcan sacrificios al Señor su Dios, con la condición de que no se vayan
demasiado lejos. Y pídanle también por mí.
29 (25) Y Moisés contestó:
—En cuanto yo salga de aquí, le
pediré al Señor que mañana se alejen los tábanos de ti, de tus funcionarios y de
tu pueblo, siempre y cuando no sigas engañándonos ni impidiendo que los
israelitas vayan a ofrecer sacrificios al Señor.
30 (26) En cuanto Moisés salió
del palacio del faraón, oró al Señor, 31 (27) y el Señor hizo lo que Moisés le pidió: los tábanos se
alejaron del faraón, de sus funcionarios y de su gente. 32 (28) Pero el faraón volvió a ponerse terco, y no dejó ir a
los israelitas.
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