HUDSON TAYLOR, MISIONERO DE DIOS
MAYO
DIA 10
Santiago Taylor había trabajado muchos años
predicando en Barnsley, en el norte de Inglaterra. Cuando en 1830 llegó
a conocer las necesidades del vasto imperio chino, pidió fervorosamente
a Dios que le concediese un hijo, y que éste pudiera consagrarse a
evangelizarlo.
Dos años más tarde, el 21 de mayo de 1832 les nació un
niño, al cual pusieron por nombre Hudson. A la edad de quince años este
muchacho fue ganado al Señor. Lleno de gozo por el perdón de sus
pecados y la salvación perfecta que poseía, pidió a Dios que le
señalase una tarea especial en la que pudiese servirle durante toda su
vida.
Presentó solemnemente su cuerpo, alma y espíritu, ante el altar
invisible del Señor, comprendiendo que no se pertenecía a sí mismo,
sentimiento éste que lejos de abandonarlo fue cada vez más profundo en
su ser. Pronto le fue evidente que Dios quería emplearlo para su
servicio en la China. Se puso a estudiar medicina. Llevaba una vida
austera, viviendo sin ambición alguna para las cosas del mundo,
consagrando liberalmente sus recursos para la obra del Señor, y
aprendió desde joven a vivir dependiendo de Dios, y esperando todo por
medio de la oración.
Fue ricamente fortalecido por gloriosas
experiencias que le hicieron comprender la realidad de un Dios que oye
el clamor de los que en él confían. Vivía iluminado por la expectativa
de la segunda venida de Cristo, y esta bienaventurada esperanza alumbró
siempre su carrera.
En Londres, Hudson Taylor entró en contacto con la Sociedad para la
evangelización de la China, y el otoño del año 1853 se embarcó con
rumbo al Extremo Oriente. Salvado milagrosamente en la travesía, pudo
desembarcar en Shanghai, donde pronto se halló rodeado de dificultades
imprevistas.
El año 1856 Taylor dio principio a una obra en Ningpó, la
cual se presentaba llena de promesas. Su primer prosélito fue uno de
los jefes del budismo. En este tiempo Taylor resolvió romper su
conexión con la Sociedad que le había enviado, porque ésta, en momentos
de crisis, se valía de empréstitos para pagar a sus obreros.
Él tenía
una conciencia muy delicada sobre el asunto de tener deudas, y creía
firmemente que el Señor no podía apoyar esta manera de sostener la
obra. Después de un profundo combate interior resolvió separarse de sus
compañeros, para trabajar del modo que él juzgaba más en conformidad
con la voluntad del Señor.
Sobre las paredes de su habitación colgó
estos dos textos: “Hasta aquí nos ayudó Jehová” y “El Señor proveerá”.
Una mirada lanzada sobre estos pasajes, cuando le faltaba pan, vestido
o cualquier otra cosa, bastaba para darle coraje, y durante tres años
de activos y fecundos trabajos Dios le sostuvo milagrosamente.
Taylor
era un hombre que personificaba el lema de Carey: “Emprender grandes
cosas para Dios, y esperar grandes cosas de Dios”. En 1881 reclamaba 70
obreros más. Tres años más tarde 76 habían respondido al llamamiento.
Varetto, J. C. (1984) JPCEB
Murió en Changsha, China. Gran misionero de Dios.
ORE:
Padre, llena de salud a misioneros en la China; en la Radio, TV y en todo el mundo.
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