Reflexion del dia
Dios te ama en medio de tu depresión
Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. 1 Reyes 19:7.
El profeta Elías supo lo que era la depresión. Y a tal punto fue afectado por este mal que, “deseando morirse, dijo [a Dios]: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida” (1 Rey. 19:4). Prefería la muerte antes que la vida. Todo le parecía oscuro. En su horizonte, no veía sino fracaso, destrucción y muerte.
¿Contestó Dios en forma positiva la oración de Elías, y acabó con su existencia? ¿Lo abandonó por causa de su falta de fe y su depresión?
El relato bíblico nos dice que, tiernamente, un ángel de Dios se acercó a Elías y, lejos de ponerse a argumentar racionalmente con él, o de reprocharlo, “le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua” (vers. 5, 6). Lo primero que hizo el ángel fue mostrarle que Dios estaba cuidando de él, supliendo sus necesidades más inmediatas y acuciantes: comida y seguridad. ¡Un ángel cocinó para Elías!
Luego de que Elías se durmiera nuevamente, el ángel volvió a llamarlo, y le dijo las significativas palabras: “Levántate y come, porque largo camino te resta” (vers. 7). En otras palabras: “Elías, te aseguro que todavía tienes mucho por lo cual vivir; todavía tienes una misión gloriosa que cumplir para Dios”.
Elías había deseado morirse antes de tiempo. ¿Fue ese su destino final en esta Tierra? De ninguna manera: Dios tenía un plan mejor, y Elías fue el segundo hombre, después de Enoc, a quien Dios se llevó directamente al cielo sin ver la muerte (ver 2 Rey. 2:11, 12).
¡Cuán admirable es la forma en que Dios trata a sus hijos! Donde nuestra mente ofuscada por los problemas y los dramas de la vida solo puede ver derrota, frustración, desastre y destrucción, Dios puede ver más allá, a un futuro glorioso que nos está preparando. Muchas veces ese futuro está en esta vida, pero por sobre todo, los creyentes tenemos como destino final el Reino de los cielos, ese mundo mejor que será nuestra morada definitiva, sin lágrimas, dolor ni muerte; que sera por toda una eternidad.
Alabaaaaaaaaaaaaaaa y gozateeeeeeeeeeeeeee.
El profeta Elías supo lo que era la depresión. Y a tal punto fue afectado por este mal que, “deseando morirse, dijo [a Dios]: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida” (1 Rey. 19:4). Prefería la muerte antes que la vida. Todo le parecía oscuro. En su horizonte, no veía sino fracaso, destrucción y muerte.
¿Contestó Dios en forma positiva la oración de Elías, y acabó con su existencia? ¿Lo abandonó por causa de su falta de fe y su depresión?
El relato bíblico nos dice que, tiernamente, un ángel de Dios se acercó a Elías y, lejos de ponerse a argumentar racionalmente con él, o de reprocharlo, “le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua” (vers. 5, 6). Lo primero que hizo el ángel fue mostrarle que Dios estaba cuidando de él, supliendo sus necesidades más inmediatas y acuciantes: comida y seguridad. ¡Un ángel cocinó para Elías!
Luego de que Elías se durmiera nuevamente, el ángel volvió a llamarlo, y le dijo las significativas palabras: “Levántate y come, porque largo camino te resta” (vers. 7). En otras palabras: “Elías, te aseguro que todavía tienes mucho por lo cual vivir; todavía tienes una misión gloriosa que cumplir para Dios”.
Elías había deseado morirse antes de tiempo. ¿Fue ese su destino final en esta Tierra? De ninguna manera: Dios tenía un plan mejor, y Elías fue el segundo hombre, después de Enoc, a quien Dios se llevó directamente al cielo sin ver la muerte (ver 2 Rey. 2:11, 12).
¡Cuán admirable es la forma en que Dios trata a sus hijos! Donde nuestra mente ofuscada por los problemas y los dramas de la vida solo puede ver derrota, frustración, desastre y destrucción, Dios puede ver más allá, a un futuro glorioso que nos está preparando. Muchas veces ese futuro está en esta vida, pero por sobre todo, los creyentes tenemos como destino final el Reino de los cielos, ese mundo mejor que será nuestra morada definitiva, sin lágrimas, dolor ni muerte; que sera por toda una eternidad.
Alabaaaaaaaaaaaaaaa y gozateeeeeeeeeeeeeee.
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