Bienaventurados los que Padecen Persecución
“El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán. Y seréis odiados por todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mar. 13:12, 13).
Como una prueba más del gran conflicto entre Cristo y Satanás en este
mundo, los hijos de Dios han padecido persecución a lo largo de los
siglos. Y aunque parezca paradójico, esta situación se agravara en el
tiempo del fin como una más de las señales precursoras del fin. Pero
¿cómo es posible que haya persecución en un tiempo de libertades
individuales y de derechos humanos? Lo cierto es que no todos los países
del mundo gozan plenamente de esos privilegios y la intolerancia
religiosa está tomando formas muy diferentes, según los gobiernos en
funciones. Pero, tristemente, mucha gente sigue muriendo a causa de
conflictos religiosos.
En la actualidad, se considera que hay tres principales zonas donde florece la intolerancia religiosa: los países con una sólida presencia del fundamentalismo islámico, las regiones donde aún hay regímenes totalitarios de impronta comunista y aquellos lugares donde existen nacionalismos étnicos. Aunque parezca extraño, los cristianos conforman el grupo religioso más perseguido y discriminado del mundo; asimismo, el 75% de los atentados contra la libertad religiosa tienen como blanco a los cristianos.
No, no solamente se refería Cristo en esta octava bienaventuranza a las diez persecuciones del Imperio romano, a todos los mártires medievales o a las obligadas delaciones inquisitoriales de padres a hijos, de hermanos a hermanos e incluso entre esposos que podían llevarles a la muerte en la hoguera. Cristo consideró también bienaventurados a los que vivirán la gran aflicción final que precederá a la Segunda Venida y el establecimiento del reino de los cielos. Persecución, oposición, falta de libertades, ¿muerte? Tal vez, pero también bienaventuranza porque el tiempo de entrar en el reino ya ha llegado. Los brazos abiertos del Rey de reyes nos esperan.
Pero hay un Dios en los cielos… cuando sufrimos algún tipo de intolerancia religiosa y persecución, ahí está él, a nuestro lado, para recordamos que nada nos puede separar de su amor: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada? […] Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios […]” (Rom. 8:35-39).
No desmayes. Él sigue a tu lado.
Cristo te ama y yo tambien, alabaaaaaaaaaaaa y adoraaaaaaaaaaaa.
En la actualidad, se considera que hay tres principales zonas donde florece la intolerancia religiosa: los países con una sólida presencia del fundamentalismo islámico, las regiones donde aún hay regímenes totalitarios de impronta comunista y aquellos lugares donde existen nacionalismos étnicos. Aunque parezca extraño, los cristianos conforman el grupo religioso más perseguido y discriminado del mundo; asimismo, el 75% de los atentados contra la libertad religiosa tienen como blanco a los cristianos.
No, no solamente se refería Cristo en esta octava bienaventuranza a las diez persecuciones del Imperio romano, a todos los mártires medievales o a las obligadas delaciones inquisitoriales de padres a hijos, de hermanos a hermanos e incluso entre esposos que podían llevarles a la muerte en la hoguera. Cristo consideró también bienaventurados a los que vivirán la gran aflicción final que precederá a la Segunda Venida y el establecimiento del reino de los cielos. Persecución, oposición, falta de libertades, ¿muerte? Tal vez, pero también bienaventuranza porque el tiempo de entrar en el reino ya ha llegado. Los brazos abiertos del Rey de reyes nos esperan.
Pero hay un Dios en los cielos… cuando sufrimos algún tipo de intolerancia religiosa y persecución, ahí está él, a nuestro lado, para recordamos que nada nos puede separar de su amor: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada? […] Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios […]” (Rom. 8:35-39).
No desmayes. Él sigue a tu lado.
Cristo te ama y yo tambien, alabaaaaaaaaaaaa y adoraaaaaaaaaaaa.
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