Cuando los Demonios Obedecen a Dios
Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal. (Marcos 5: 15).
¡Qué terrible
cuadro presentaba este hombre, y qué terror debió de haber despertado en
los discípulos que acompañaban a Jesús al desembarcar en la tierra de
los gadarenos!
Cuando los demonios que habitan en ese hombre* ven venir a Jesús inmediatamente lo reconocen como el “Hijo del Dios Altísimo” (vers. 7). Se entabla un diálogo entre Jesús y los demonios y Jesús les ordena que abandonen a su víctima. En este pasaje se describe algo asombroso: los demonios sabiendo que no pueden resistirse a la orden de Jesús a pesar de ser sus enemigos acérrimos, tienen que pedirle permiso para dirigirse a otro lugar, en este caso, hacia una piara (vers. 11-13). Jesús les da permiso, y el hombre es liberado de sus opresores satánicos.
¿El resultado? Ese hombre que hasta hace unos momentos estaba sumido en la locura y la auto destrucción, ahora está “sentado, vestido y en su juicio cabal” (vers. 15). Había recuperado su libertad, su salud mental, su dignidad, su humanidad.
Aun cuando no entendamos del todo las relaciones entre Dios y Satanás; las reglas del juego de este gran conflicto cósmico espiritual, y porqué y hasta donde Dios permite la libre acción demoniaca en nuestro mundo, nuestra seguridad está en que nuestro Salvador, Dios hecho hombre, tiene tal poder y autoridad que, cuando lo cree necesario, impone su voluntad sobre los demonios (que por definición son desobedientes y rebeldes a Dios), quienes no tienen otra opción que obedecer; pues no pueden resistirse a las órdenes de Dios. Dios es más poderoso que el enemigo diabólico.
Él puede liberarte de toda esclavitud diabólica a la cual puedas estar sometido. Y si en un caso extremo te encontraras bajo el gobierno de Satanás, pero en ese momento sintieras la necesidad de liberarte de él y volverte a tu Dios creador y salvador, confía en que si Dios da la orden, no habrá poder infernal que pueda resistirse a su divina autoridad. Confía hoy en el poder de tu Salvador.
Cristo te ama y yo tambien, alabaaaaaaaaaaaaa y adoraaaaaaaaaaaaaa.
Cuando los demonios que habitan en ese hombre* ven venir a Jesús inmediatamente lo reconocen como el “Hijo del Dios Altísimo” (vers. 7). Se entabla un diálogo entre Jesús y los demonios y Jesús les ordena que abandonen a su víctima. En este pasaje se describe algo asombroso: los demonios sabiendo que no pueden resistirse a la orden de Jesús a pesar de ser sus enemigos acérrimos, tienen que pedirle permiso para dirigirse a otro lugar, en este caso, hacia una piara (vers. 11-13). Jesús les da permiso, y el hombre es liberado de sus opresores satánicos.
¿El resultado? Ese hombre que hasta hace unos momentos estaba sumido en la locura y la auto destrucción, ahora está “sentado, vestido y en su juicio cabal” (vers. 15). Había recuperado su libertad, su salud mental, su dignidad, su humanidad.
Aun cuando no entendamos del todo las relaciones entre Dios y Satanás; las reglas del juego de este gran conflicto cósmico espiritual, y porqué y hasta donde Dios permite la libre acción demoniaca en nuestro mundo, nuestra seguridad está en que nuestro Salvador, Dios hecho hombre, tiene tal poder y autoridad que, cuando lo cree necesario, impone su voluntad sobre los demonios (que por definición son desobedientes y rebeldes a Dios), quienes no tienen otra opción que obedecer; pues no pueden resistirse a las órdenes de Dios. Dios es más poderoso que el enemigo diabólico.
Él puede liberarte de toda esclavitud diabólica a la cual puedas estar sometido. Y si en un caso extremo te encontraras bajo el gobierno de Satanás, pero en ese momento sintieras la necesidad de liberarte de él y volverte a tu Dios creador y salvador, confía en que si Dios da la orden, no habrá poder infernal que pueda resistirse a su divina autoridad. Confía hoy en el poder de tu Salvador.
Cristo te ama y yo tambien, alabaaaaaaaaaaaaa y adoraaaaaaaaaaaaaa.
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