julio 16, 2015

¿Que hacer cuando no vemos la salida del laberinto?

¿Qué hacer cuando no vemos la salida del laberinto?
Susan Sarandón protagoniza una película que impactó al pueblo latinoamericano. “Thelma y Lois“. Fue éxito de taquilla en la década de los noventa. En particular la escena final genera multitud de sentimientos. Temor, angustia, desesperación, incertidumbre. Las dos mujeres se encuentran en el viejo automóvil a pocos metros del Gran Cañón, en los Estados Unidos. Detrás, decenas de policía amenazan con disparar si no se rinden. Delante el vacío. No hay salida. ¿Recuerda? El filme concluye cuando aceleran el auto para lanzarse al precipicio…
¿Cómo se resuelven problemas cuando el panorama –como en las imágenes de la cinta cinematográfica—se encuentra tan ensombrecido que nos sentimos al borde del abismo? Esta pregunta ha asaltado por años a hombres y mujeres inmersos en profundas crisis cuando todo alrededor parece estar en contra y las soluciones no se aprecian en la distancia.
Estos raptos de angustia suelen ocurrir con frecuencia y toman por sorpresa la vida del cristiano. Esa razón lleva a que el impacto sea mayor. Generalmente no estamos preparados para los momentos difíciles sino para las circunstancias agradables. Si nos ofrecieran la posibilidad de escoger, sin duda nos inclinaríamos por la línea que demande menor esfuerzo.
Desde los líderes hasta aquél que recién aceptó a Jesucristo como su único y suficiente Salvador, todos en conjunto experimentamos épocas traumáticas. Alrededor las cosas lucen sin color, grises, como la antesala de una lluvia torrencial.
No es una disyuntiva nueva
Encontrarse al borde del abismo sin saber qué camino tomar no es algo nuevo. Siempre ha golpeado a hombres y mujeres en todas las épocas de la historia humana.
La Biblia contiene el registro de alguien que se encontró sumido en un laberinto sin aparente salida. Fue el profeta Eliseo. Era perseguido por los Sirios. El rey de aquella nación había ordenado: “—Averigüen dónde está para que envíe yo unos hombres a que lo capturen” (2 Reyes 6:13. Versión Popular “Dios habla hoy”). Con esta sentencia buscaba quitarlo de en medio ya que por revelación de Dios conocía sus planes con antelación y los echaba por tierra al alertar al pueblo de Israel.
Quienes estaban en su búsqueda llegaron a la ciudad de Dotán, donde se encontraba. Ellos rodearon la ciudad…
Primer paso: Vencer la incertidumbre
Las Escrituras señalan que “A la mañana siguiente se levantó el criado de Eliseo, y al salir vio aquél ejército que rodeaba la ciudad con caballería y carros de combate; entonces fue a decirle a Eliseo:–Y ahora, maestro, ¿qué vamos a hacer?” (2 reyes 6:15).
Aunque usted y yo estemos al servicio de la obra de Jesucristo es inevitable que en medio de la crisis experimentemos sensaciones que nos roban la paz. La incertidumbre es una de ellas. ¿Acaso no hemos visto a Dios obrando? Por supuesto, pero la vacilación es un estado emocional que está a la puerta cuando consideramos que todo punto de fortaleza en el que hemos confiado, se desmorona ante nuestros ojos.
Viene ahora la pregunta apenas natural: ¿Cómo vencer la incertidumbre? La respuesta es necesario asimilarla como un principio de vida en nuestro corazón: Depositando nuestra confianza en Dios tras reconocer que logramos la victoria no en nuestras fuerzas humanas y limitadas, sino en las fuerzas de Dios.
Segundo paso: La oración llevando a Dios nuestra crisis
Si estuviéramos en el lugar, en aquél instante, podríamos apreciar el rostro inmutable de Eliseo. Escuchó a su criado con calma. Luego midió cada una de sus palabras para que el impacto no fuera traumático para aquél hombre que le observaba con gesto de desconcierto. “Eliseo le respondió:–No tengas miedo, porque son más los que están con nosotros que los que están con ellos” (versículo 16).
Tercer paso: Mirar los problemas con los ojos de Dios
Cuando depositamos nuestra confianza en el Señor, aprendemos a mirar los problemas no en la dimensión que humanamente los apreciamos, sino con los ojos de Dios:
“Y oró Eliseo al Señor, diciendo: “Te ruego Señor, que abras sus ojos, apara que vea.” El Señor abrió entonces los ojos del criado, y este vio que la montaña estaba llena de caballerías y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (versículos16, 17).
¿Qué marcó la diferencia? No fue la fortaleza de la ciudad de Dotan. En absoluto. Fue un hombre de Dios que se encontraba en el lugar. Gracias a Él, Dios respaldaba la seguridad de aquél poblado. Usted y yo, en nuestra condición de cristianos consagrados, marcamos la diferencia.
En noviembre de 2004 un fuerte movimiento de tierra que alcanzó los 7.2 grados en la escala de Richter y que duró alrededor de veinticuatro segundos, averió cerca de cuatrocientas viviendas y apartamentos en Santiago de Cali y su área de influencia.
Expertos que fueron consultados acerca de la dimensión del movimiento telúrico concluyeron que, dado el impacto, pudo haber destruido gran parte de la ciudad que sobrepasa los dos millones de habitantes. No se explican por qué los daños no fueron mayores.
Al respecto varios pastores y líderes cristianos reunidos en oración llegamos a una conclusión: fue por el creciente número de cristianos que residen en esta metrópoli que Dios manifestó misericordia. ¿Arrogante? En absoluto. Si conoce nuestra amada ciudad sabrá que es una de las más disipadas en cuanto a la vida moral, y aunque nos duela admitirlo, también en farmacodependencia. Hace mucho rato pudo producirse el juicio de Dios, pero Él ha sido fiel a su pueblo y nos ha guardado.
No lo olvide jamás: los hombres y mujeres de Dios marcan la diferencia…
Cuarto paso: Ore a Dios
Cuando la tormenta arrecia antes que salir corriendo debemos aumentar nuestra oración. En este pasaje en todo momento apreciamos a Eliseo clamando delante de Dios.
“Cuando ya los sirios iban a atacarlo, Eliseo rogó al Señor: “Te pido que dejas ciega a esta gente”. Y el Señor los dejó ciegos, conforme a la petición de Eliseo. Entonces Eliseo les dijo: –Este no es el camino, ni es esta la ciudad que buscan. Síganme, y yo los llevaré hasta el hombre que buscan” (versículos 19, 20).
Se requiere sin duda mucha confianza en el Creador para permanecer firmes en semejante peligro. Pero quien deposita su esperanza en el Creador, permanece firme.
Quinto paso: Obre siempre como cristiano
Estamos de acuerdo con el hecho de que Eliseo no era cristiano, pero era un profundo servidor de Dios. Y obraba en consonancia. Recordarán que guió a los sirios hasta Samaria, cabecera del gobierno israelita, donde estaban los escuadrones del ejército favorable a Eliseo. “Y cuando el rey de Israel los vio, preguntó a Eliseo:–¿Los mato, padre mío, los mato? Pero Eliseo respondió:–No, no los mates. ¿Acaso acostumbras matar a quienes has hecho prisioneros con tu espada y con tu arco? Dales de comer y beber, y luego devuélvelos a su señor. Se les hizo entonces una gran fiesta, y comieron y bebieron. Luego el rey los despidió…” (versículos 21-23).
La misericordia quedó de manifiesto en las actitudes de Eliseo. Hizo el bien a quienes buscaban matarlo. Obró como creyente, tal como debe hacerlo usted. Amor en lugar de odio.
Cuatro principios que comparto con usted, fundamentados en las Escrituras, bajo el convencimiento de que constituyen un instrumento eficaz para salir airosos en los períodos de crisis…

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