El llamado de Abraham
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gén. 12:1-3).
Abram cuyo nombre significa “el padre es exaltado” y que fue cambiado a
Abraham, “el padre de multitudes” creció en Ur, en lo que ahora es
Iraq. Dios lo llamó a separarse de su contexto social y espiritual
conocido, y migrar a un país que no le era familiar. Allí Dios
conduciría una transformación espiritual que duró cien años y lo hizo el
“padre de los fieles”. En medio de luchas personales y familiares,
Abraham llegó a ser el prototipo misionero de varios grupos de pueblos, y
un respetado líder que testificó de su fe en Dios.
Lee Génesis 12:1 al 3. ¿Qué principios puedes encontrar que tienen aplicación para cualquiera de nosotros en nuestra situación específica? Es decir, ¿qué experimentó Abraham que podríamos experimentar también nosotros? (Ver también Heb. 11:8-10.)
El patriarca fue llamado a dejar su pasado tras de sí, a salir por fe, a creer lo que parecía increíble, a hacer lo que Dios lo llamaba a hacer. Y como resultado de su fidelidad, todas las naciones de la Tierra serían bendecidas.
A muchos de nosotros se nos prueba como a Abraham. Por supuesto, podremos no oír la voz de Dios hablándonos directamente, pero él nos llama por las enseñanzas de su Palabra y los eventos de su providencia. Puede pedirnos que dejemos una carrera que promete riqueza y honor, que abandonemos asociaciones provechosas o que nos separemos de nuestra familia; hasta podríamos tener que entrar en lo que parecería ser un sendero de negación propia, dificultades y sacrificios. Pero, si somos llamados, ¿cómo podemos rehusarnos?
En hebreo, Génesis dice, literalmente: “Y Dios dijo a Abram, sal por ti mismo de tu tierra…” Se le dijo “por ti mismo”; es decir, por su propio bien. ¿Cómo entenderíamos lo que eso significa, y de qué modo podemos aplicarlo a nosotros mismos?
Cristo te ama y yo tambien, alabaaaaaaaaaaaaa y gozateeeeeeeeeeeee.
Lee Génesis 12:1 al 3. ¿Qué principios puedes encontrar que tienen aplicación para cualquiera de nosotros en nuestra situación específica? Es decir, ¿qué experimentó Abraham que podríamos experimentar también nosotros? (Ver también Heb. 11:8-10.)
El patriarca fue llamado a dejar su pasado tras de sí, a salir por fe, a creer lo que parecía increíble, a hacer lo que Dios lo llamaba a hacer. Y como resultado de su fidelidad, todas las naciones de la Tierra serían bendecidas.
A muchos de nosotros se nos prueba como a Abraham. Por supuesto, podremos no oír la voz de Dios hablándonos directamente, pero él nos llama por las enseñanzas de su Palabra y los eventos de su providencia. Puede pedirnos que dejemos una carrera que promete riqueza y honor, que abandonemos asociaciones provechosas o que nos separemos de nuestra familia; hasta podríamos tener que entrar en lo que parecería ser un sendero de negación propia, dificultades y sacrificios. Pero, si somos llamados, ¿cómo podemos rehusarnos?
En hebreo, Génesis dice, literalmente: “Y Dios dijo a Abram, sal por ti mismo de tu tierra…” Se le dijo “por ti mismo”; es decir, por su propio bien. ¿Cómo entenderíamos lo que eso significa, y de qué modo podemos aplicarlo a nosotros mismos?
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